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3 Y el espíritu de Egipto se desvanecerá en medio de él, y destruiré su consejo; y preguntarán a sus imágenes, a sus mágicos, a sus pitones y a sus adivinos. 4 Y entregaré a Egipto en manos de señor duro; y rey violento se enseñoreará de ellos, dice el Señor DIOS de los ejércitos. 5 Y las aguas del mar faltarán, y el río se agotará y se secará.

Un marino, entonces, era algo extrasocial, casí extrahumano; un marino era un ser para quien la moral ofrecía otros aspectos que para los demás mortales. Te preguntarán cuánto has hecho decían los padres a sus hijos, que se lanzaban a la aventura , no cómo lo has hecho. Y los hijos se hundían en los abismos de la vida intensa, sin preocupaciones ni escrúpulos.

¿Y quién es el encargado, preguntarán ustedes, de conocer el momento? ¿quién es ese sabio sagaz y penetrante, que ha de conocer cuándo nos conviene ser iguales, ser libres, poder hablar, ser, en una palabra, felices? ¿dónde está la línea divisoria entre la inoportunidad y la oportunidad? ¿quién es el ilustrado encargado de medir nuestra ilustración?

Después hablarán ustedes; ellos te preguntarán por , y yo seré el único tema de su conversación; te contarán mil chocheces, que debes escuchar sin reírte. ¿No te reirás, eh? Son mis abuelos, dos seres para quienes yo soy toda su vida, y que no me han visto desde hace diez años. ¡Mira que diez años tienen días! Pero, ¿qué quieres? París me ha hecho prisionero como a ellos la edad avanzada.

Bueno... Tornemos a las cartas. Entre ellas me he fijado especialmente en una que debe proceder de una muchacha joven y bonita. «¿Y cómo sabe usted que es bonita y jovenpreguntarán mis lectoras. Deduzco que es joven por los conceptos que emite. El tiempo no sólo imprime cambios en nuestro rostro, sino también en nuestras ideas.

Se adelantó un paso hacia ella y descubrió la letra escarlata. ¡Ester! ¡Ester Prynne! exclamó, ¿eres ? ¿Estás viva? , respondió, ¡con la vida con que he vivido estos siete últimos años! Y , Arturo Dimmesdale, ¿vives aún? No debe causar sorpresa que se preguntaran mútuamente si estaban realmente vivos, y que hasta dudasen de su propia existencia corporal.

Que la hablaran entonces, que la preguntaran por algo que estuviera cerca de ella; que entrara o que saliera alguien: una mirada rápida hacia el objeto o hacia la persona, y vuelta a clavarla en el incesante moverse de las agujas, y lo menos posible de palabras para responder.

Y gracias que uno es prudente y sabe las mañas de la fiera y le para los pies... dijo López queriendo dar explicaciones de su cobardía. Y si a una le preguntaran con buen modo lo que buscaban los padres caras, una contestaría que venían a sus pedriques, y en paz. Pero se incomoda la gente por una palabra.... Hay lenguas que tiran coces.... No se puede remediar....

Salió de allí verdaderamente aterrado, sin querer pararse con nadie, temeroso de que le preguntaran: «¿Habla Vd.?» Se marchó a pie sin esperar el coche, y por las calles se dijo a propio el más elocuente discurso que han oído Cámaras en el mundo. Pepe, al verle partir no pudo reprimir el gozo: ¡Ya lo creo que volveré a verla!

Todo se paga con bonos, o se arreglan cuentas en el despacho del mayordomo al final del viaje. ¡Y este tiempo de primavera! ¡Y este buque que es una isla!... Nunca me he visto en otra: ni en Madrid, cuando me convidaban a comer los políticos de segunda clase para que escribiese bien de ellos; ni en París, cuando hacía traducciones españolas para las casas editoriales y engañaba el hambre en los bodegones del Barrio Latino... ¡Y pensar que doña Margarita mi patrona, con un cariño que data de ocho años, rezará por el pobre don Isidro que va navegando por los mares! ¡Y pensar que a estas horas, en nuestro café de la Puerta del Sol, se preguntarán aquellos chicos melenudos que lo saben todo y no han visto el mundo por un agujero: «¿Qué será del sinvergüenza de Maltrana?». Y el más gracioso contestará seguramente: «Debe estar en la panza de un tiburón...». ¡Pobrecitos!