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. Me preguntais qué es el alma separada del cuerpo, qué sentirá de , qué conocerá de , cuando se hallará sola. ¿Acaso en la actualidad no siente y no conoce sola? ¿Acaso los órganos de que se vale, sienten ni piensan? ¿Sabe por ventura de qué manera se sirve de ellos, ni sabria que se sirve de ellos, sino por la experiencia? ¿No se halla sola en las profundidades de su actividad, con sus pensamientos, con sus actos de voluntad, con sus sentimientos, con su alegría, con su tristeza, con sus placeres, con sus dolores?

Sin duda, y también papeles. ¿Papeles? ¿Papeles preciosos? ¡Con qué expresión me preguntáis eso, Marta! dijo Mathys vacilante . ¿Podéis imaginaros que en un cofre así, no se guarda todo lo que uno quiere conservar? En efecto, no hay nada que excite tanto la curiosidad de una mujer como una caja de hierro que parece encerrar cosas misteriosas. Dentro de algunas semanas seré vuestra esposa.

Oigo pasos pesados y rápidos... Llevan en la mano aceros desnudos. Les siguen los barones del viejo conde, con las cejas fruncidas, gruñendo, llenos de una cólera sorda. Las antorchas proyectan una luz lúgubre sobre la escena. VALDEMAR. ¿Sois vos, condesa? ¿Dónde está el duque? ¿Dónde está Enrique? ELSA. No comprendo lo que me preguntáis. VALDEMAR. ¿Dónde está Enrique? Soy su amigo.

; , señor; es un hombre de cuarenta y cuatro á cuarenta y seis años, aunque demuestra diez menos; ya en otra ocasión me mandó vuecencia que me informara, y yo acudí á mi compadre Diego de Auñón, que es un escribano real, que corta un cabello en el aire. A las veinticuatro horas me dijo: El tal por quien me preguntáis, ha vivido honradamente matando á obscuras por poco precio.

En esto no cabe diferencia entre los talentos; pero viene el definir la curva, señalando las condiciones que la forman, y entónces se palpa lo que va de la imaginacion al entendimiento, entónces se conoce ya al jóven negado, al medianamente capaz, al sobresaliente. ¿Qué es la circunferencia? preguntais al primero. Es esto que acabo de trazar.

Un hombre a quien no amaba y cuyo apetito le chocaba... por comer mucho... ¡Qué consideración tan absurda! ¿No es natural y lógico comer bien, cuando se tiene salud? «Si me preguntáis cómo han podido variar tan bruscamente las cosas en el Pavol, difícilmente os lo podría explicar. Todo lo que es que un día, un hermoso día, no, llovía a torrentes, pero no importa.

Me estáis desgarrando el alma, señora... y... no os comprendo... arrostráis un sacrificio al casaros conmigo... todo lo indica en vos; y cuando quiero salvaros, si es posible, á costa mía de ese sacrificio... ¿me preguntáis no sólo si os amo, sino si amo otra? Son las tres de la mañana dijo doña Clara y sus majestades esperan; concluyamos ó volvéos libre, ó seguidme.

Calló un instante, para añadir con energía: Pero si me preguntáis por el Dios personal inventado por las religiones a semejanza del hombre, que saca el mundo de la nada, dirige nuestras acciones, guarda las almas clasificándolas por sus méritos y comisiona hijos para que bajen a la tierra y la rediman, buscadlo en esa inmensidad, ved dónde oculta su pequeñez.

Cuando se dieron la mano para despedirse, notó Juana en su mirada una singular expresión de inquietud y desconfianza. Apuesto dijo la joven sonriendose que adivino vuestro pensamiento. Veamos. Os preguntáis si no voy yo a decir a mi turno como aquella dama: «¡Adiós, imbécilEs cierto... y en verdad que tendríais razón para hacerlo, pero somos un par de locos.

Nada satisfecho salía el duque de esta conversación, cuando a la puerta le detuvo el general Santa María. Duque le dijo , ¿habéis visto cosa semejante? ¿Qué cosa? preguntó escamado el duque. ¡Qué cosa, preguntáis! , lo pregunto y deseo respuesta. ¡Un coronel de veintitrés años! En efecto, es algo prematuro contestó el duque sonriéndose. Es un bofetón al Ejército. No hay duda.