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, ellos; ayer el señorito Álvaro, que es el que manda allí... porque el amo está ciego, ve por sus ojos: el señorito Álvaro me puso de patitas en la calle. Hoy debo despedirme. Me ofreció colocación en la fonda; pero yo prefiero quedar en la calle.... Vendrás a esta casa, Petra dijo la voz de caverna, con esfuerzos inútiles por ser dulce.

No pretendo ser irreprochable se decía ; pero, sin embargo, no soy un pillo; por lo menos estoy resuelto a contenerme. Prefiero soportar las consecuencias de mi propia conducta y no hacer creer que soy el autor de un acto que nunca habría cometido. Jamás se me hubiera ocurrido gastar ese dinero para divertirme... sólo cedí a una tortura.

LINE. ¡Muy poco...! ¡Medio vaso...! Prefiero tomar cuatro medios vasos a tomar uno lleno. ¡Dios mío, que hambre tengo...! LIONEL. ¡Todavía quedan pastelillos...! LINE. ¡Gracias...! ¡Hazte cargo...! Este curso de Cocina me había dejado vacía.

Me la alargó, y yo, como es lógico, traté de besarla; pero la retiró con fuerza. No, eso no. Aguarda un poco, te daré el crucifijo, como en Marmolejo repuso riendo. Prefiero la mano. ¡Hereje, vete! Dios está en todas partes. Pero, en fin, si quieres darme el crucifijo, lo guardaré con cariño como un recuerdo. Espérate un momentito. Tengo aquí el hábito.

Bien puede arrostrarse tal peligro por apoderarse de esas divinas criaturas. ¡Adelante, romanos! ¡Al asalto! ESCIPIÓN. ¿Habéis notado, señores, que no han dado ni un grito? Es una mala señal. Prefiero una mujer que grite. ¿Qué hacer ahora? Yo sólo deseo llevar una vida de familia. Yo también sueño con un hogar. Sin un hogar, la vida no tiene atractivos.

Todos los jóvenes se deben a su rey y a su patria en estos terribles días en que un miserable extranjero se atreve a conquistar a España. Hijo mío, mucho te amo; pero prefiero verte muerto en los campos de batalla y pisoteado por los caballos franceses a que se diga que el hijo del conde de Rumblar no disparó un tiro en defensa de su patria.

Jacobo... ¡Jamás! ¡Jamás! ¡Prefiero entregarme, que me prendan, que me juzguen, que me maten! Cometer semejante infamia... ¡No! ¡No! Una infamia semejante á la suya... No hará usted más que corresponder, sencillamente... ¡Cuántos escrúpulos, cuando él ha tenido tan pocos! ¡

Prefiero la majestad de conjunto, la audacia de ángulos, ogivas, rosetones y flechas, y el capricho romanesco y la espontaneidad fabulosa ó excéntrica, que distinguen á la arquitectura gótica, toda inspiracion y vida. Si el arte moderno no ha de hacer otra cosa que copiar, preferiría las imitaciones góticas, como expresion del sentimiento cristiano.

Pero el amor se alberga en el alma... ¿Puede entonces haber amor si no se conocen las almas en que ha de albergarse?...» Después de mucho cavilar, díjose Cristela: «El rostro es la puerta del amor, el alma su albergue. Prefiero un palacio con puerta de cárcel a una cárcel con puerta de palacio. Miraré, pues, las almas antes que los rostros

Watson preguntó á Robledo si les acompañaba á la Opera. No; voy haciéndome viejo, y me molesta ponerme de frac y guantes blancos para escuchar música. Prefiero quedarme en el hotel. Veré cómo acuestan á Carlitos... Le he prometido un cuento.