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Al presente se halla este pueblo en sumo peligro de su destrucción, porque los Mocovíes y Tovas, que hasta ahora han estado enfrenados por el valor del gobernador de la provincia de Tucumán, principal promotor de esta Reducción, ahora vuelven á alzar cabeza; y habiendo muerto á los soldados del fuerte de San Joseph y tenido atrevimiento para sitiar el de Valbuena, se teme que den en este pueblo de San Esteban y le destruyan por estar indefenso; bien que no por esto pierden los Jesuitas las esperanzas de hacer mucho fruto en el Chaco, cumpliéndose la profecía de su primer apóstol San Francisco Solano, que predicó el Evangelio á los Lules, y de quien hay tradición en aquella tierra, que habiendo profetizado la ruina de la ciudad de Eteco, que ha más de treinta años que sucedió, predijo también que se convertirían estos indios del Chaco.

Me abrazó de todo corazón, me declaró que tenía un gran talento, se asombró de que se hubiera revelado de golpe y tan pronto y me predijo como cosa infalible, una posición moral, capaz de enloquecerme. Me propuse que Magdalena gozase los primeros augurios de mi celebridad y le mandé mis libros al señor De Nièvres.

Y por indicios que me son harto conocidos, comprendo que mi buena compañera se halla al presente en uno de esos momentos lúcidos. La última vez que la en el mismo estado, la víspera de la batalla de Auray, me predijo que el siguiente día sería fatal para y para Carlos de Blois. Veinte y cuatro horas después había muerto éste y veíame yo prisionero del señor de Chandos....

Dos valientes escuderos he perdido ya y me pregunto por qué la implacable suerte arrebata de mi lado á esos jóvenes de brillante porvenir, dejando intactas las blancas cabezas como la mía. ¿Pero no recuerdas, Roger, cómo Doña Leonor nos predijo todos estos peligros y desgracias de la pasada noche? Así es en efecto, señor.

El Condestable de Castilla confirmó la oferta al pasar por París; y como la esperanza del deseo suele cegar, renunció, en efecto, despidiéndose de S. M., que procuró disuadirle y le predijo había de arrepentirse. Marchó, no obstante, á Inglaterra, lugar que le habían designado; mas apenas llegó á Douvres se le prohibió pasar adelante, por ruego y amenaza del Embajador de España.

Desde aquel día el negrero predijo a su protegido el más alto destino. ¡Dios sabe si se cumplió esta predicción! Al cabo de algunos años, una tarde que singlaba hacia la costa de África, el digno capitán de Kernok, que había bebido un poco más que de costumbre, estaba del más jovial humor.