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Lo llamó aparte después de los postres y lo condujo misteriosamente a su habitación. ¿Dónde está ella? le preguntó . la conoces; sabes dónde está oculta; ¡porque me la ocultan! Señor duque respondió , no a quien... Te hablo de Honorina. Ya sabes quién es, Honorina, la dama de la calle del Circo. ¿La señora Chermidy? ¡Ah! ¿ves cómo la conoces?

Segundo. Entremeses, tortilla con espárragos, merluza con mayonesa, ternera en salsa, codornices asadas, postres, vino, café y licores. Tercero. Entremeses, huevos estrellados, bacalao rebozado, ternera con aceitunas, pichones, cuajada, postres, vinos, café y licores. Cuarto. Entremeses, huevos con guisantes, besugo asado, beefsteak, crema de café, postres, vinos, café y licores. Quinto.

Oyeron el concierto que en las tardes dominicales de primavera allí se celebraba y ya de noche se restituyeron a su casa, no sin haber dado antes una vuelta por la confitería para comprar los postres de la comida.

A los postres llegaron algunas otras personas del Escorial y de la colonia de Madrid, entre éstas los duques del Real-Saludo y la marquesa viuda del Lago. Había acudido ésta a la fiesta con su padre. Doña Eugenia no había podido venir por hallarse un poco indispuesta.

Juan siguió á su tío; al pasar por la repostería, éste dijo arrojando una mirada á las mesas y á los aparadores: Me voy á tiempo; ya se han servido los postres y los vinos. Buenas noches, señores.

No habia más. Segun nuestro modo de ver las cosas, nos habian escamoteado dos sopas, dos platos de carne, dos de legumbres y dos postres, ó sea las dos terceras partes de la comida: ¡otra vez el doscientos por ciento! Mi mujer queria á todo trance que pidiera alguna explicacion sobre el hecho, haciéndolo cuestion de energía española; pero yo miré el asunto de otro modo.

Pero al cabo fué pareciéndole pesada, y entre bromas y veras concluyó por decirle: Basta, Pepe; no abuses del físico. A los postres, el mozo les dijo que un señorito que cenaba en un gabinete próximo con una señora, bebía una copa de champagne a su salud. ¿Quién es ese señorito? ¿Le conoces? El mozo sonrió discretamente. Me ha prohibido decir su nombre. ¿Es un amigo? , señor conde: es un amigo.

No se ha de extrañar, por consiguiente, que los asistentes en la tertulia tuviesen voraz apetito a eso de las once de la noche en que se sirvió la cena. En ella hubo lomo de cerdo en adobo, conservado en manteca, semejante a líquidos rubíes por el color rojo que le prestaba el aliño. Hubo también pavo asado y boquerones; exquisito vino de los Moriles; y, para postres, frutas y piñonate.

Hoy son mis días, y hay que alegrarse. Las niñas imitaban la solicitud de la mamá; todo era: «Tío tome usted esto; tío, coma usted lo otro»; y el tío, cada vez más encarnado y alegróte, engullía cuanto le ponían en el plato, y como le llenaban el vaso así como lo dejaba vacío, el resultado era que empinaba continuamente el codo. Aparecieron los postres.

En un instante el almuerzo estaba pronto; salían a luz el charqui y los fiambres, el buen vino de Mendoza, el mate hacía los honores de postres, y luego de pasadas las fuertes horas de sol, emprendíamos nuevamente la marcha de la tarde. Los guías hablaban poco; de tiempo en tiempo una observación sobre tal mula que se iba haciendo vieja, o una consulta para arreglar los sobornos de un carguero.