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Apareció, al fin, la litera del Padre de los Maestros, sostenida por ocho universitarios jóvenes, que jadeaban sudorosos después de esta ascensión en espiral. Se abrió la portezuela de la caja portátil y salió Momaren, con su birrete de cuatro borlas y una toga de cola larguísima, que se apresuraron á sostener dos aprendices de profesor.

Habiendo ganado aquella noche á dos de los principales, no tardó mucho el pueblo en juntarse todo el día siguiente, y después de un largo razonamiento de los misterios de nuestra Santa Fe, y de las obligaciones para vivir cristianamente, hizo el santo varón levantar una cruz y junto á ella armar el altar portátil, con las imágenes de Cristo Nuestro Señor, de la Santísima Virgen y de San Miguel Arcángel; y arrodillados todos las adoraron profundamente, gritando en alta voz: «Jesucristo, Señor nuestro, vos sois nuestro Padre; María Santísima, Vos, señora, sois nuestra Madre» y no contentos con esto, repitieron lo mismo con gran fiesta y alegría y con danzas, guiadas más de la devoción que del arte.

Mas adelante el baratero os pone en las barbas su pequeña Babel portátil de fósforos y lápices, jabones y pomadas y las mas heterogéneas sustancias, que os ofrece sin gracia ni donaire. En España nadie tiene la gracia seductora del Frances para vender, porque aquel ha sido un país poco especulador y condenado al aislamiento moral.

La escala gradual de la gastronomía abraza desde los refinamientos de Pecastaing, Prast y la Mahonesa, hasta la cuartilla de bellota y la pasta de higos pasados que se vende en una tabla portátil hacia las Yeserías.

En cuanto á sus versos, ya sabe mi opinión: muy flojos; casi diría que son malos. Fué á meterse en la caja portátil, pero todavía retrocedió para comunicar á su inferior el gran descubrimiento que acababa de hacer. Una cólera sorda y fría había registrado su memoria más profundamente que la vanidad halagada. -Ya á quién se parece su gigante: acabo de descubrirlo.

Hubiérase quedado allí de buena gana para dar calor á la buena voluntad de los Zamucos si hubiera llevado consigo los ornamentos sagrados y el altar portátil, aunque le fuese forzoso sufrir muchas incomodidades, y no tener otra cosa para comer que agua y algunas raíces de yerbas silvestres; por esta causa se hubo de despedir de ellos y volverse por entonces con igual sentimiento y dolor del que se partía y de los que se quedaban.

Una Condesa se hizo protectora especial de esta mision, dió varias alhajas para ella, que estan todavia depositadas; y el altar portátil, que en este viage marítimo hemos llevado, es uno de estos dones. Comenzóse á disponer el viage, señaláronse soldados, buscábanse viveres, y cuando no faltaba mas que caminar, lo deshizo todo el enemigo comun, por intereses particulares de algunos.

Estas, formadas en columna, en dos filas, van ligadas entre por un laberinto de pesadas cadenas, de garfios, correas y trozos de madera que aumentan el enorme peso y la extravagancia de aquella montaña portátil.

Freya le conocía todo un botiquín portátil lleno de anestésicos y venenos. Además, lleva encima un saquito repleto de ciertos polvos de su invención: tabaco, pimienta... ¡demonios! El que los recibe en los ojos queda ciego. Es como si le echasen llamas. Ella era menos complicada en sus medios de defensa.

El predilecto de Lucía era el de un vendedor de piadosas chucherías de Jerusalén y Tierra Santa. Calvarios de nácar con ingenuos relieves, cabos de pluma de raíz de olivo, rematados en figura de cruz, cabezas de la Virgen entalladas sobre una concha, broches y dijes de esmaltes con arabescos, tazas de negra piedra del Asfaltites, pastillas de olor; a esto se reducía la caja portátil.