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Describió el lance con gran lujo de pormenores; y júzguese de la impresión que causarla en la tertulia el relato de un suceso que era popularísimo en Madrid, con todos sus precedentes y motivos.

El presente sucedido es popularísimo en Lima y te lo referirá, lector, con puntos y comas, el primer octogenario con quien tropieces por esas calles. La mujer de Román, si bien honradísima hembra en punto a fidelidad conyugal, tenía las peores cualidades apetecibles en una hija de Eva.

Tal fue también la opinión del pueblo, pues al adelantarme aislado por las callejas sombrías y apenas decoradas de la Ciudad Vieja, se oyó primero un murmullo, después una aclamación, y una viejecilla asomada al balcón de una casucha, repitió en alta voz el dicho tradicional y popularísimo: «¡Es rojo, luego es bueno

La guerra está declarada, el estandarte real ondea al viento, y bajo sus pliegues se hallará al viejo Simón, aunque tenga que ir solo hasta Dax.... ¡No, no! ¡Viva Simón! ¡Iremos todos! gritaron los arqueros, que en su mayor parte no necesitaban del ejemplo dado tan oportunamente por el popularísimo veterano. ¡Que hable el capitán Latour! se oyó decir en las filas.

A fines del siglo XVIII y á la primera mitad del XIX, el tipo del hermano campanillero era popularísimo en Sevilla y el nombre de alguno de ellos ha pasado á la posteridad, como ocurrió con el llamado Felipe Batato, de quien decía la copla: «Si lo llaman pa ir al rosario dice que está enfermo, que no puede ir; si lo llaman pa i á la taberna, dice que se esperen, que se va á vestir

A la noche siguiente fué á visitar al viejo y popularísimo Sevestre, protector de los comediantes jóvenes y especie de cacique ó de gobernador general de todos los pequeños teatros de los arrabales parisinos.

Después de paladear la fruta hermosa, pero un poco insípida, de las burguesas madrileñas y morder en la guindilla de las chulas, las cortesanas parisienses, tan elegantes, tan ingeniosas y cultas, le parecían un bocado exquisito. Y hay que confesar que supo aprovecharse. En poco tiempo fue popularísimo entre ellas. Le llamaban riendo el fidalgo español.

Un proverbio popularísimo entre ellos acabará de dar á conocer hasta qué punto vivían dentro de mismos y en sus elementos naturales, y lo lejos que estaban de pensar en que pudieran contagiarse algún día del carácter moderno. Este proverbio era el siguiente: «Comillas será Comillas por siempre jamás, amén».