United States or Kyrgyzstan ? Vote for the TOP Country of the Week !


¿Me dice usted eso como insulto? dijo rápidamente, poniéndose blanca su cara de súbita ira. Mabel, al ver su actitud amenazadora, de un salto se interpuso entre nosotros y me suplicó que conservara mi calma. Hay algunos hombres para quienes no pueden ser insulto las palabras, por duras que sean contesté violentándome, y usted es uno de ellos.

Y Kernok, poniéndose las pistolas a la cintura, y armándose de un largo cuchillo, se plantó de un brinco en la embarcación. Y si es una emboscada, si el navío hace un solo movimiento gritó al segundo , forzad los remos y poneos a distancia de garfio. Diez minutos después, Kernok saltaba sobre el puente del San Pablo con sus pistolas en la mano y el cuchillo entre los dientes.

¡No puede ser! ¡no puede ser! repitió el duque poniéndose a dar vueltas por el despacho, presa al parecer de violenta agitación . Me habrán suplantado la firma. El marqués de Arbiol sonrió desdeñosamente. Traía el sello de su casa.

Ya puedo morir tranquilo, porque Amparo no necesita ya de nadie, de nadie más que de Dios. ¡Me pregunta usted qué pienso de Amparo! contesté: con usted puedo ser franco: pienso lo que piensa un hombre de una mujer que realiza todos sus sueños, todos sus deseos, todas sus aspiraciones: de la mujer a quien ama. ¡Ama usted a Amparo! exclamó el padre Ambrosio poniéndose mortalmente pálido.

Señora, por Dios, no me eche usted así dijo Clara, poniéndose de rodillas y cruzando las manos. A estas horas ... sola ... yo no conozco á nadie ... ¿Qué va á ser de ? ¿A dónde voy? Espere usted, por la Virgen Santísima, á que venga don Elías, que, siendo huérfana, me recogió.... El no me abandonará de este modo ... Estoy segura. Nada, nada. ¿Aun espera usted engañarle otra vez?

Inmediatamente después empezaba a distribuirse toda aquella tropa mujeril, como soldados que se incorporan a sus respectivos regimientos. Estas bajaban a la cocina, aquellas subían a la escuela y salón de costura, y otras, quitándose las tocas y poniéndose la falda de mecánica, se dedicaban a la limpieza de la casa.

Confirmaron todos a una voz lo dicho por el octogenario Silverio, el cual hubo de añadir que por santa fue tenida la señora de antes, y por santísima tendrían a la presente, respetando su disfraz, y poniéndose todos de rodillas ante ella para adorarla. Contestó Benina con gracejo que tan santa era ella como su abuela, y que miraran lo que decían y volvieran de su grave error.

Lo que voy á deciros, debéis olvidarlo; debéis olvidar que os habla el inquisidor general. ¡Dios mío! exclamó la joven poniéndose de pie, pálida y aterrada. Nada temáis; el inquisidor general, tratándose de vos, y por ahora, ni ve, ni oye, ni siente; más claro: en estos momentos no soy para vos más que el hermano adoptivo de vuestra madre. ¡Dios mío! repitió Dorotea juntando las manos.

Bah, ¿qué quebraderos de cabeza quieres que tenga en esta aldea? respondió Cecilia poniéndose colorada, y retirando el rostro. Puedes tenerlo en Sarrió. ¿Y había de ser tan ingrato que no viniera a verme en los meses que hace que aquí estamos?... Ya te he dicho que yo me quedo para vestir santos añadió sonriendo. No puede ser eso replicó con calor el joven, ¡no puede ser!

Su boquita de ángel se entreabrió un momento para dejar escapar su secreto, como deja escapar una flor su fragancia, y de nuevo tornó a bajar los ojos, poniéndose más y más encarnada, y guardando silencio, con una cándida sonrisa dibujada sobre los labios. Pero, tontita, ¿no lo adivinas?... Es que se acabó ya el colegio, que te vas a venir conmigo.