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Y pongamos también por caso que al fin se arregla tan hábilmente el organismo de la sociedad, que el vicio siempre es castigado y la virtud premiada siempre. Pues en mi sentir, no podría ocurrir nada peor. Entonces que la virtud no sería sino un nombre.

Entre los suyos hizo llamamiento, Y désque á todos juntos los tenia, Les hizo un concertado parlamento, Diciéndoles el fin que pretendia. "Aquesta tierra, dice, es nuestro asiento, A nadie de derecho otro venia; Por tanto el nuestro propio defendamos, Y la vida por él todos pongamos."

Conque si así pienso del Dante, ¿qué pensaré yo de Zola y qué creeré yo que pueda enseñarme Zola, que no se aprenda mejor en cualquier diccionario enciclopédico manual: en el Bouillet, pongamos por caso? Y basta con lo dicho, porque parece cosa de broma y de risa el aducir pruebas y argumentos para sostener verdades tan de sentido común y tan palmarias.

Pongamos que sólo se gana la mitad; pongamos que sólo es la mitad de la mitad...» Y tras estos cálculos descendentes, que revelaban su odio a toda fantasía, siempre resultaban millonarios. Los más entusiastas y de fe inconmovible eran los que habían estado en América y volvían a ella por segunda o tercera vez.

Oye, Feli, no nos pongamos tontos. ¿A qué ir con disimulos y coqueterías, como si nos viésemos ahora por primera vez?... Yo te quiero; me quieres; los dos nos queremos. ¡Me parece que más sencillo!... No hay otra diferencia entre nosotros, que , como mujer, eres más lista en asuntos de amor y te has enterado antes de la verdad.

Así estuvo no cuánto tiempo, hasta que le hizo variar de postura su amigo Bailón, dándole palmadas en el hombro y diciéndole: «No hay que amilanarse. Pongamos cara de vaqueta a la desgracia, y no permitamos que nos acoquine la muy... Déjese para las mujeres la cobardía. Ante la Naturaleza, ante el sublime Conjunto, somos unos pedazos de átomos que no sabemos de la misa la media.

Si por adeudarle mes y medio de pupilaje el patrón te ha dado quince bofetadas... ¿Fueron más o menos?... Mendoza, más amoscado y fruncido, no quiso contestar. Pongamos quincé... Si hubieses llegado a deberle año y medio, ¿cuántas bofetadas te hubiera dado? Me parece que el lance no es para reírse. Si no me río: es que soy muy aficionado, como sabes, a las matemáticas.

Cuantas sublimidades puedan ocurrírsele hoy a un poeta que ha estudiado mucho, no son tan pasmosas, ni implican tan rara super-hombría como la que tuvo, pongamos por caso, allá en las primitivas edades, el inspirado autor del libro de Job o el richí o poeta que compuso el himno del Rig-veda, al Dios desconocido.

Pongamos que estoy demasiado bronceado para ella, y no hablemos más del asunto. Pues no eres poco difícil... ¿No hay nada más? preguntó la tía Liette muy divertida. Como pasos oficiales, no hay más, y ya es bastante... Pero he recibido otras dos visitas, la una muy simpática... y la otra un poco menos. ¿Cuáles? Eso, joven, es el secreto profesional. Busca y encontrarás. ¿Quién puede quererte bien?

Así logró tener su hotelito en Auteuil. ¡Y pensar que Monticelli vendía sus cuadros a diez francos cada uno en las terrazas de los cafés de Marsella...! ¡Qué lástima...! LORENZA. ¡...! ¡Da grima...! Sin embargo, yo tengo la intención de imponerme como artista. Y la señorita Cassatt, que era rica, trabajó como si fuera pobre. ¡Pongamos mano a la obra...! LORENZA. ¡!