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Recibido por este oficial el mando del departamento, le halló disminuido de 50 hombres, que habian desertado en el tránsito de la provincia del Tucuman, seducidos por sus habitantes, que ponderaban los riesgos á que iban á exponerse, y las comodidades y libertad que ellos disfrutaban, ofreciéndoles casamientos y otras ventajas; cuyo dulce atractivo fué muy perjudicial á todas las tropas que se destinaron al Perú; pero se hallaba reemplazada aquellas falta con una compañia de las milicias de Salta, aunque muy inferior en la calidad, así por su poca disciplina y subordinacion, como por el ningun conocimiento que tenian en el manejo de las armas de fuego.

Los ingleses, ó guardaban un silencio desdeñoso, como si estuvieran fuera de su esfera, ó comian mucho y bebian mas, sin hacer caso de nadie ni preocuparse con ninguna galantería, ó conversaban sobre cosas profundamente insustanciales; pero unos y otros querian ser los primeros servidos en todo caso y ponderaban candorosamente el gusto de todo plato con su inevitable very nice que les sirve para lodo.

Mi finado el doctor, que tenía muchos libros, hablaba de todas estas cosas pasadas cuando le ponderaban el crecimiento de Buenos Aires. «Mi finado el doctor» era su marido, al que designaba por antonomasia con este título.

Ponderaban los muchos gastos que ocasionaba; la esterilidad de la tierra, que solo era útil en los cortos y reducidos pedazos que en la orilla del rio bañaban sus innundaciones, no suficientes á mantener una poblacion.

Ignoraba la suerte de la Plata y Potosí, y el éxito que habia tenido el ataque de la Punilla, que meditaba el Gobernador de armas, D. Ignacio Flores. Por instantes llegaban de todas partes españoles fugitivos, que ponderaban los extragos, las muertes y los robos que cometian los indios: nadie se consideraba seguro, y todos creian perecer irremediablemente á manos de la tirania.

Empezó Maximiliano sus estudios el 69, y su hermano y su tía le ponderaban lo bonita que era la Farmacia y lo mucho que con ella se ganaba, por ser muy caros los medicamentos y muy baratas las primeras materias: agua del pozo, ceniza del fogón, tierra de los tiestos, etcétera... El pobre chico, que era muy dócil, con todo se mostraba conforme.

Hablando de tan ilustre virrey, dice Lorente: «Oía a todos en audiencias públicas y secretas, sin tener horas reservadas ni porteros que impidieran hablarle, y daba por mismo decretos y órdenes, con admiración de los limeños, que ponderaban no haber observado actividad igual en el trabajo, ni forma semejante de administración en ninguno de los virreyes anteriores.

Crecia esta pasion en el regazo de la inocencia, abandonándose Astarte sin escrúpulo ni rezelo al gusto de ver y de oir á un hombre amado de su esposo y del reyno entero. Alababásele sin cesar al rey, hablaba de él con sus damas, que ponderaban mas aun sus prendas, y iodo así ahondaba en su pecho la flecha que no sentia.