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Yo una elegante y fina Lafaucheux de dos cañones, canana correspondiente, cuchillo de monte, borceguíes de ancha y recia suela claveteada, polainas de cuero inglés, y todo el equipaje, en suma, de un cazador de figurín.

Aplicó el ojo al más cercano, que era bastante capaz, y lo que vio por allí, antes de reflexionar y de explicárselo, le llenó de susto. Imaginó que veía a Lucifer en persona, aunque vestido de campesino andaluz, con sombrero calañés, chaquetón, zahones y polainas.

El fino y gentil brasileño, dirigiéndose alternativamente a la niña y al grupo, repetía: «Obrigado, muito obrigado...». Pasó un señor muy elegante, con traje gris, galera gris, polainas blancas, muy expresivo en sus ademanes y gestos. «¿Quién espregunté a mi marido. El Payo. ¿El payo Roqué? El mismo que viste y calza. Viste y calza muy bien. Evoqué recuerdos de mi infancia, ya un poco lejana.

Sus abundantes patillas se destacan libremente como dos bellos matorrales al pié del sombrero calañés, sin alas y adornado también con algunas borlas de seda negra. Sus polainas, de las cuales penden innumerables borlitas y cintitas del mismo cuero, le dan un aire de chalan muy original.

Maltrana le había sorprendido muchas veces con sus ropas de faena, un traje de pana manchado de barro, las abarcas y las polainas mojadas, y la boina con raspas secas y espinas de selvática vegetación. Era un hombre pequeño, enjuto, de nerviosa agilidad y ademanes resueltos. Tenía su cuerpo un balanceo semejante al temblor de un muelle bien templado próximo a dispararse.

Aunque no llovía en aquel momento, la noche estaba muy húmeda y el piso, según acusaban las polainas de los soldados, verdaderamente asqueroso. En la villa se hallaban ya casi todos al corriente de lo que pasaba, y muchos bultos negros, silenciosos, ocupaban los balcones, sacándose los ojos para ver cómo desfilaban los presos.

Por un lado, un mocetón con patillas negras, quien sonaba como una panoplia vieja cuando se movía, con su cuchillo de monte y su cartuchera y el cuerno de municiones, sin mencionar que sus polainas hebilladas hasta las rodillas le hacían parecer aún más alto; en el otro extremo, un viejecito, apoyado muy tranquilamente en un árbol, fumaba en su pipa, guiñando los ojos como si tuviera sueño.

El criado se los introdujo en altas medias que le llegaban a mitad del muslo, gruesas y flexibles como polainas, única defensa de las piernas bajo la seda del traje de lidia. Cuida de las arrugas... Mira, Garabato, que no me gusta yevar bolsas. Y él mismo, puesto de pie, intentaba verse por las dos caras en un espejo cercano, agachándose para pasar las manos por las piernas y borrar las arrugas.

¿Conoces a aquel señorito que gasta su caudal en tiros y carruajes, que lo mismo baila una mazurca en un sarao con su pantalón colán y su clac, hoy en traje diplomático, mañana en polainas y con chambergo y al otro arrastrando sable, o en breve chupetín, calzón y faja? Cincuenta pesos gasta al día, cien logra de renta; ni un solo libro tiene, ni lo compra, ni lo quiere.

También es verdad que les he facilitado el dinero que pude, pero no es exacto que haya ocultado solamente en casa de mi padre boinas y polainas; he ocultado también armas, fusiles con sus bayonetas y municiones. Los oficiales del Consejo quedaron estupefactos. El mismo general, a pesar de su temperamento colérico, permaneció algunos instantes suspenso ante la audacia de aquella niña.