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Vestido completamente de negro, a la moda de los acróbatas, llevaba polainas de gamo que caían en numerosos pliegues sobre su pierna, y una gorra de marinero sobre la que flotaba una pluma blanca; montaba con una destreza y una elegancia poco comunes, un pequeño caballo blanco enjaezado a la morisca, lleno de vigor y de fuego; en fin, largas pistolas ricamente damasquinadas pendían de los arzones de su silla, y él no llevaba más que uno de esos sables cortos y estrechos que usan los marinos de guerra.

Bebió el agua milagrosa, mezclándola con las lágrimas que arrancaban á sus ojos la piedad y el dolor, y penetró en el santuario, donde pasó orando y llorando la mayor parte de la mañana. Cuando salió á recorrer aquellos campos, hollados por la planta del santo labrador, vió que el cielo se había nublado, y oyó decir á las gentes que se le iban á mojar las polainas al Santo.

Fueron noticias circunstanciadas a Bayona, vinieron órdenes y planes de conducta, hubo infinitos cabildeos, mezcláronse algunas mujeres, salieron subrepticiamente fusiles de la Fábrica, sustraídos por algunos operarios carlistas; hízose acopio de boinas blancas y polainas; por último, cierta noche salieron al campo como unos treinta jóvenes, en su mayoría estudiantes y seminaristas, a cuyo frente se puso el presidente de la junta, don César Pardo, a quien hemos tenido el honor de conocer al final del capítulo tercero de esta narración.

En las piernas no llevaba más que unas polainas de brocado azul estrechamente ceñidas a las pantorrillas y tobillos; hubiérase dicho que aquella mañana se le había olvidado ponerse los pantalones, pero eran tan señoriles sus modales, que disimulaban por completo la pretendida falta de aquéllos. Aunque de gravedad espartana, era persona fina y hablaba con facilidad el inglés y el francés.

Asunción y Presentación, después de registrar los bolsillos de su hermano, examinaban las polainas, el sombrero y la charpa, por ver, según dijeron, si aquellas prendas estaban agujereadas por alguna bala de cañón.

Ganas tuve de no traerlo respondió Manuel sonriéndose, y entregando a su madre unas madejas. ¿Y por qué, hijo? Es que me acordaba de aquel que iba a la feria, y a quien daban encargos todos sus vecinos. Tráeme un sombrero; tráeme un par de polainas; una prima quería un peine; una tía, chocolate; y a todo esto, nadie le daba un cuarto.

Desde media noche hasta las seis de la mañana brilló, en medio de la obscuridad, una hoguera en la cumbre del Falkenstein, y toda la sierra se puso en movimiento. Los amigos de Hullin, de Marcos Divès y de la Lefèvre, calzando altas polainas y llevando sendos fusiles, se encaminaron, en el silencio de los bosques, hacia los puertos del Valtin.

No es mi corte desa manera respondió el menor , sino que mi padre, por la misericordia del cielo, es sastre y calcetero, y me enseñó a cortar antiparas, que, como vuesa merced sabe, son medias calzas con avampiés, que por su propio nombre se suelen llamar polainas, y córtolas tan bien, que en verdad que me podría examinar de maestro, sino que la corta suerte me tiene arrinconado.

¡Bravo, chulillo, tu patrona vela por ti! porque apenas si has tenido tiempo de saltar la barrera para escapar del toro, cuyos ojos comienzan a brillar como carbones ardientes. Pero, paciencia, se ve venir al picador con su larga pica y montado sobre un valiente alazán; un ancho sombrero gris lleno de cintas cubre su cabeza, y lleva polainas y perneras para preservarse de los primeros ataques.

Los voluntarios y cuerpos francos se uniformaban según el gusto indumentario de cada uno, y aquí de la imaginación de las hembras de la familia para galonar marselleses, para emplumar sombreros y guarnecer charpas y polainas. Se hicieron muchos uniformes; pero no bastaban para equipar los dos regimientos, uno de caballería y otro de infantería, que organizó la Junta de Córdoba.