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A las ocho registré la aguada, y visto la poca que tenia por la mucha que se habia vaciado por la inutilidad de la vacijeria podrida, hice cerrar la caldera del mate, y órden que se diese de beber una sola vez á los animales media racion, y que la gente bebiese por un cañon de fusíl, y mandé la chalupa á un arroyuelo de agua salada para su seguridad, pues inmediata al bergantin está expuesta á irse á pique.

Dicen que fué holgazán, errátil e ilusorio, que dejaba secar la tinta en su escritorio. Lo quiso saber todo y al fin nada ha sabido. Y una noche de invierno, cansado de la vida, dejó escapar el alma de la carne podrida y se fué preguntando: ¿Para qué habré venido? Dijeron que se había ahorcado en una hora de locura. Pero este epitafio rimado demuestra lo contrario.

Cautelosamente nos arrastramos de bruces hasta el borde de la roca, usando esta precaución, porque no sabíamos si la orilla estaba podrida, e inspeccionamos el punto con mirada penetrante.

, por cierto; el señor Francisco Montiño me ha dicho: Gonzalvillo, hijo, ve á aquel aposento, y lleva, á un hidalgo que encontrarás en él, y que es mi sobrino, una empanada de olla podrida, un capón de leche, un besugo fresco cocido, un pastel hojaldrado, frutas, confituras y dos botellas del bueno, de Pinto. Sírvele bien, y si quisiere otras cosas, téngalas; como si se tratara de mismo.

Parécenos, al leerlas, que los materiales más ingratos de las producciones más detestables de la época anterior, forman una olla podrida, llena, además, con las propias y estúpidas invenciones de los poetas modernos, y que de todo se hace una mezcla destinada á nuestro servicio.

«El balcón era el de Anita». El hombre se embozó en una capa de vueltas de grana y esquivando la arena de los senderos, saltando de uno a otro cuadro de flores, y corriendo después sobre el césped a brincos, llegó a la muralla, a la esquina que daba a la calleja de Traslacerca; de un salto se puso sobre una pipa medio podrida que estaba allá arrinconada, y haciendo escala de unos restos de palos de espaldar clavados entre la piedra, llegó, gracias a unas piernas muy largas, a verse a caballo sobre el muro.

Pues, mal hombre, y protervo, y maldito que vos sois, exclamó doña Guiomar, ¿cuándo vos habéis merecido el amor, no digo yo mío, sino de cualquiera otra que como yo tenga alma? ¿ni qué sabéis vos qué cosa es amor, si en vos no hay más que deseo corrompido, y lascivia asquerosa, y sangre podrida, y alma ennegrecida por el continuo comercio y trato del vicio, de la mentira y de la desvergüenza? ¿Pero qué mucho que vos seáis así, si hombre sois? ¿ni cómo puedo deciros yo que os desprecio, sin decir que desprecio a los hombres todos? que no hay uno solo que merezca, no ya que una mujer le ame, sino que en él piense, según que lo veo en lo que vos sois, que habiendo recibido de Dios claro entendimiento, no habéis entendido las delicadezas del alma de las mujeres, y cuanto para ellas no hay otra vida que el amor de su alma.

Aquella altura se les subía a la cabeza a los pilluelos y les inspiraba un profundo desprecio de las cosas terrenas. ¡Mia , Chiripa, que dice que pué más que yo! dijo el monaguillo, casi escupiendo las palabras; y disparó media patata asada y podrida a la calle apuntando a un canónigo, pero seguro de no tocarle.

Según: rabio á ratos, á ratos río, como olla podrida; y si no engordo, no enflaquezco. Decíamos que el duque... pues... decíamos que el duque... ¿qué decíamos, don Francisco? Yo no decía nada. Yo he querido decir algo... pues... quería haberos dicho algo de cierto hijo. No entiendo á vuestra majestad. Pues hablemos de un sobrino. Lo entiendo menos. De un rizo... Continúo á obscuras...

La oquedad de un pulmón estaba infestada de tubérculos, y tenía ya esas brechas terribles que los facultativos denominan cavernas; pero el otro resistía aún, si bien en esto de pulmones acontece lo que con las manzanas: minutos bastan para perder a la sana, si está al lado de una podrida.