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Yo me llevaré, firmado por usted, el que me asegure que Antoñuelo quedará libre, y firmaré y dejaré en poder de usted el que declare que le soy deudora. Está bien. No hay más que hablar dijo don Ramón. Y yendo a su escritorio redactó los dos documentos en un periquete. En el pagaré se comprometía Juanita a pagar, en el término de seis meses, la cantidad de diez mil reales.

Esto es lo que se deberia haber visto, y lo que creo poder demostrar hasta la última evidencia. Prescindo ahora de lo que siento, de lo que soy; pero que siento, y que soy. Esta experiencia es para tan clara, tan viva, que no puedo resistir á la verdad de lo que ella me dice.

El alma se siente fascinada por ese poder que la hace delirar, soñar con la vista de regiones misteriosas cubiertas por la niebla luminosa de la ciencia, y asistir á la maravillosa generacion infinita del progreso.

Caso del fallecimiento del cura, la carta debía pasar a poder de D. Acisclo, y caso de fallecer éste, él mismo debía designar a persona que le sustituyera en el encargo de entregar la carta misteriosa.

El emperador lucha con un anti-emperador, y con auxilio de Fausto y de Mefistófeles le derrota. Fausto, que ha tratado ya de calmar su anhelo infinito con la ciencia, con la poesía, en el seno de la Naturaleza y en el seno de la belleza ideal, procura ahora satisfacerle con el poder y el dominio.

Sus interlocutores eran doña Luz, doña Manolita, el médico, Pepe Güeto, el cura alguna vez y don Acisclo siempre. Cuando venía más gente en casa de D. Acisclo, aquella franqueza desaparecía, y la conversación, como por ensalmo y sin poder evitarlo, bajaba al nivel villafriesco. Las condiciones de entendimiento y de carácter movían a esto al P. Enrique, no por altivez, sino por timidez.

Haría ya una hora que la noche había cerrado, y más de dos que yo espiaba su llegada a la ventana de mi cuarto, cuando al fin apareció. Salí precipitadamente al portal y le entregué el billete, y con él, haciendo un esfuerzo sobre mismo, un duro. Hubo lucha para que lo aceptase, y en ella tuve momentos de desfallecimiento. Al fin quedaron las cinco pesetas en su poder.

Nació Grecia cuando se defendió de Jerjes, y cuando su valor deshizo el poder de tan numerosos ejércitos, y forzó al bárbaro Monarca, que se retirase vencido, y pasase el estrecho de mar del Helesponto en una pequeña barca, que poco antes soberbio y desvanecido humilló con puente.

Y no puedo impedirme una tristeza de cólera y de indignación al pensar que nunca seré nada para ella y que otro se apoderará un día de aquella inocencia y de aquella dulzura. Es insensato, egoísta e ingrato, tener tal pensamiento y no poder arrojarlo de mi mente.

No tengo dinero, peco estoy segura de poder reunirlo antes de seis meses. ¿Quieren ustedes firmar el documento de que he hablado desistiendo de toda queja contra Antoñuelo y recibir en cambio otro documento en que yo me comprometa a pagar los ocho mil reales? Este es el asunto, y no hay para qué andarse por las ramas. Conteste usted, don Ramón, y diga que o que no.