United States or United Arab Emirates ? Vote for the TOP Country of the Week !


Recuerdo bien nuestras famosas batallas, aunque siempre las veía de lejos. ¡Lo que sentí muchas veces no haber aprendido á montar á caballo desde mi niñez, no ser hombre de campo, para improvisarme general lo mismo que los otros!... ¡Quién sabe si lo habría hecho mejor!... Las tales batallas podían ser tituladas así porque tomaban parte en ellas veinte mil ó treinta mil hombres.

Semejante honor, si en ello le hay, podían reclamarlo con más fundamento algunos de los marineros que formaban parte de la tripulación del buque procedente del Mar Caribe, que también habían venido á tierra á divertirse el día de la elección.

4 Y como no podían llegar a él a causa de la multitud, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico. 5 Y viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados. 6 Y estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensando en sus corazones,

Como, al llegar aquí, me pareciera el médico dispuesto a callarse, por su natural modesto y reservado, y a me fuera gustando mucho su palabra, tan fácil como sobria, preguntéle, antes que el hornillo de su entusiasmo comenzara a entibiarse, qué cosas eran aquellas que podían verse y admirarse por el hombre culto en sus relativas intimidades con el aldeano.

Aquel día cogieron tantos matacandiles, que apenas podían llevarlos. Por la mucha abundancia, Zarapicos fijó en cinco alfileres el precio de la docena de matacandiles. Hubo temporada en que se cotizaron a diez y once, manteniéndose firme este precio durante toda una semana.

No había entonces baterías de gas y no podía llevarse la luz por delgados tubos, como años adelante se vio allí mismo, a una altura discrecional; las humildes candilejas alumbraban lo poco que podían, desde el tablado, como estrellas... de aceite, caídas.

Los hombres inteligentes que podían servir de pastores a los de abajo, mostraban en su juventud aspiraciones generosas, pero apenas entraban en edad eran víctimas de la epidemia de la tierra: se convertían en manzanilleros famosos, no logrando que funcionase su cerebro más que a impulsos de la excitación alcohólica.

No podían prescindir de la etiqueta, ni aun delante de una pobre muchacha y eran tan ceremoniosas y tiesas, que Clara les llegó á tomar antipatía, porque siempre que iban á la casa dejaban allí una sombra de tristeza que duraba mucho tiempo en el alma de la huérfana.

Al fin, á aquestas damas el teniente Las prende, y les tomò sus confesiones: Despues todo se hizo buenamente, Aunque hubo de este caso informaciones: Al triste sin oreja mal paciente Le dieron por concierto diez raciones. Decia un mentecato, que mugeres Podian mucho mas que los haberes.

Vivía en un mundo nuevo, y era natural que ocurriesen cosas extraordinarias que no podían medirse ni explicarse por el antiguo raciocinio.