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Así, cortado el tronco, se secan las ramas del árbol, un tiempo verdes, abandonadas sobre la tierra. ¡Pero los libros de don Manuel no! esos no se tocaban: nada más que a sacudirlos, en la piececita que les destinó en la casa pobrísima que tomó luego, permitía la señora que entrasen una vez al mes.

La triste y pobrísima capital del Estado soberano de Urí demora en el fondo del valle, al pié de la amenazante mole de Grumberg, y teniendo de un lado el Reuss, de otro el Schachoenbach, su afluente, y al norte la cercana ribera del lago.

Un siglo despues de establecidas en España las casas de comercio genovesas, no habia ojos bastantes á llorar los máles venidos por el mal gobierno i la inadvertencia de nuestros reyes, ni manos con que reparar la ruina de la Península. ¿Qué aprovechaba á España la grandeza esterior de ser señora de tanto mundo, si para sustentarla estaba ella pobrisima i miserable, i todos sus naturales abatidos?

En su corazón había renacido la dicha pujante y vigorosa, como agua de manantial comprimido que redobla su violencia al cesar la fuerza que lo sofoca. Tuvo impulsos de quitarse de las orejas los ricos pendientes que lucía y regalárselos a Engracia, pero le parecieron pobrísima ofrenda para pagar tanta felicidad.

Cuando Ramón estuvo solo con su madre en la pobrísima fonda donde se refugiaron, la abrazó sollozando... Iba a jurarle que el médico mentía, pero su madre le contuvo: ¡Hijo querido! No necesitas decirme nada, porque yo que no es cierto. no eres insensato ni cobarde para dejar morir a la niña sin avisar, ¡hijo querido! Ramón gritó: ¡Qué malos son en haber creído a ese médico, qué malos!

La criada llevaba un lío de cosas, dádivas que la señora traía a los menesterosos de aquella pobrísima vecindad.

Estuve á punto de volverme de allí nomas á Madrid, y sin la generosa obsequiosidad de un caballero español que me dió un asiento en su carruaje particular, no habría podido escalar la cima de la imperial y pobrísima y atrasadísima Toledo. Nada mas raro, mas único en su estructura que esa ciudad, tan llena de monumentos y recuerdos como vacía de industria y de vitalidad moderna.

las gracias al buen sacerdote por su afectuosidad, y acepté desde luego oferta tan lisonjera. Tengo una casa cural muy modesta añadió como que es la casa de un cura de aldea, y de aldea pobrísima. Mis feligreses viven con el producto de un trabajo improbo y no siempre fecundo. Son labradores y ganaderos, y a veces su cosecha y sus ganados apenas les sirven para sustentarse.

Si no hubiese formado un propósito para toda la vida, propósito cuya realización de ti sólo depende, no vendría yo a hablarte en su nombre. ¿Sabe D. Jaime que soy pobrísima? Conoce con exactitud los bienes que posees. Es singular dijo doña Luz . Te lo confieso: yo tenía de misma y de los hombres mucha peor opinión.

Preguntáronle que adónde llevaba determinado su viaje. Respondió que a Zaragoza, a hallarse en las justas del arnés, que en aquella ciudad suelen hacerse todos los años. Díjole don Juan que aquella nueva historia contaba como don Quijote, sea quien se quisiere, se había hallado en ella en una sortija, falta de invención, pobre de letras, pobrísima de libreas, aunque rica de simplicidades.