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No hizo la visita, y la aplazó para el día siguiente, si la conceptuaba necesaria. Al anochecer mandó a Luz dos carillas de renglones llenos de dulzuras, para enterarla de que estaba constipado. Después se fue a casa. En la cual nada ocurrió para bien ni para mal de su pleito: nada le dijeron; nada dijo tampoco. ¿A quién le tocaba sacar la conversación, y quién huía más de ella?

Yo contaba dieciocho años y Bettina nueve; quedábamos solas en el mundo, con fuertes deudas y un gran pleito.

Algunos meses después de este discursillo, ganó don Silvestre el pleito gracias á las oportunas recomendaciones de su fiel y buen amigo, que nunca se olvidó en Madrid del noble corazón del mayorazgo.

2 Oíd, montes, y fuertes fundamentos de la tierra, el pleito del SE

Gracias por la comparación, amable primita; y ¡adiós para siempre! ¡La del humo! respondió Rita sin volver la cara. Rafael se levantó furioso. ¿Qué tenéis, Rafael? le preguntó en tono lánguido una joven, al pasar delante de ella. Esta nueva interlocutora acababa de llegar de Madrid, adonde un pleito de consideración había exigido la presencia de su padre.

Por de pronto, me comprometo a que no vuelvas a caer, aun en el caso de que se te tendiera el lazo otra vez. ¡Vaya, con el caballerito! Es cosa de dar parte a la policía. déjate llevar; pon el pleito en mis manos, déjame a ... y verás. ¿Apuestas a que me planto un día en casa de doña Bárbara y le canto clarito?

Ella, por su parte, hablaba del pleito, la gran empresa de su vida, con todas las vehemencias del interés material y del odio. Pasaban por su boca adorable palabras curialescas, términos del procedimiento, aprendidos con pronta asimilación en sus conferencias con los abogados. El triunfo era seguro, pero habría que esperar un poco.

Bueno... el casamiento ante todo; que, después, ya sabré librarme de él. Había que tragar todavía una píldora bastante gorda. Convencer a Lotario de que el viejo había reconocido su error y renunciaba a seguir el pleito. Eso anduvo como sobre rieles. Lotario se sorprendió tan poco que se olvidó de agradecérmelo... ¡En fin, qué quieren ustedes!

Y dime ahora: ¿qué has hecho de los dos mil duros que a ti y a tu hermano os dejó D. Santiago Quijano? Ya los has gastado en el pleito, en vestidos, en la educación de Mariano, y.... confiésalo, que si es un misterio para todo el mundo, no lo es para quien te habla en este momento... No lo ocultes, pues no hay para qué. Más de la mitad de aquel dinero te lo ha distraído Joaquín Pez».

Damian de Vegas: en Toledo, por Pedro Rodriguez, 1590; además esta otra, que sólo se encuentra manuscrita: Fiestas Reales de justa y torneo, pleito sobre la iglesia, sacerdocio y reino de Christo. Farsa en cinco actos, en verso, por Fr. Miguel de Madrid.