United States or Ecuador ? Vote for the TOP Country of the Week !


Vamos á conquistarle noble tumba En la tierra natal purificada, Para que aquel que en esta lid sucumba Pueda dormir en tierra libertada, Y no sean sus huesos quebrantados Por tiranos ni siervos pisoteados.

La media luz rojiza que de arriba se proyectaba, formaba una especie de neblina compuesta de finísimo polvo oloroso y por los vapores de la fiesta. Encima de los muebles, sobre la alfombra, despojos de flores, ramilletes pisoteados, abanicos olvidados, carnets con anotaciones de baile.

Los principios de Mayo conculcados, Los derechos del hombre pisoteados, Sin que pueda decir: «yo tengo un pan»; Un pueblo destinado al sacrificio Sobre el horrendo tajo del suplicio Que sangre pura destilando está.

Su orgullo les hace mirar como animales á sus semejantes que rodean la carroza, hambrientos, agotados de fatiga, degradados por todos los vicios y luego pisoteados en las grandes calles por los caballos que tiran la envidiada carroza. ¡Engaño miserable del orgullo! Esa turba macilenta y enhambrecida ve pasar á los poderosos con un sentimiento de odio profundo que los contrastes envenenan.

Iba a volver a la vida del contrabando. ¿Mujeres?... para un rato, y después tratarlas a golpes como bestias impúdicas y sin corazón... Quería declararle la guerra a medio mundo, a los ricos, a los que gobernaban, a los que infundían miedo con sus fusiles, y eran la causa de que los pobres fuesen pisoteados por los poderosos.

Cornelio y Hans lo siguieron, llegando hasta un grupo de enormes duriones. Allí, con gran angustia, vieron en el suelo algunos panes de sagú pisoteados, balas de fusil, un pedazo de paño que reconocieron como perteneciente al traje del Capitán, y el sombrero del chino; observaron, además, algunas flechas clavadas en los troncos de los árboles, una maza medio rota y cuerdas de fibras de rotang.

Los que nunca han visto a un notario corriendo tras sus narices no podrán hacerse cargo de su ardor. ¡Adiós frambuesas y fresas! Por dondequiera que pasaba el alud, quedaba la cosecha apabullada, destruida, aniquilada; todo eran flores mustias, brotes rotos, ramas tronchadas, tallos pisoteados.

El orador hablaba bien, sin duda: grandes aclamaciones acogían sus palabras; pero los continuos empellones, los gritos de los pisoteados y estrujados no permitían á aquél expresarse con desahogo. Algunos pedían silencio; pero el silencio en toda la plaza era imposible. A lo mejor, los que en el arco discutían con la autoridad, retrocedieron al ver que la tropa resistía.