United States or Japan ? Vote for the TOP Country of the Week !


La Regenta no tomaba con gran calor aquellas diversiones, pero las prefería a su estéril soledad, en que buscando ideas piadosas encontraba tristezas, un hastío hondo y el rencoroso espíritu de protesta de la carne pisoteada, que bramaba en cuanto podía. «Era mejor vivir como todos, dejarse ir, ocupar el ánimo con los pasatiempos vulgares, sosos, pero que, al fin, llenan las horas...».

No atreviéndome a pedírsele ni pudiéndome resignar a irme sin él, quise robarle con una astucia, a la cual se prestaba la diferencia de alturas de nuestros asientos. Me fui deslizando del mío poco a poco, y bajando, bajando, hasta verme de rodillas delante de ella. ¡Aquel era mi puesto!, ¡así debía estar yo, y más abajo todavía, y pisoteada por sus pies!

Quedó éste junto á la barricada, en una soledad de intenso silencio, como si el mundo se hubiese despoblado repentinamente. Dos perros abandonados por la fuga de sus amos rondaban y oliscaban en torno de él, implorando su protección. No podían encontrar el rastro deseado en aquella tierra pisoteada y desfigurada por el tránsito de miles de hombres.

La hiedra entrelazándose con un árbol, se levanta á grande altura; si creciese sin arrimo, yaceria tendida por el suelo pisoteada por todos los transeuntes. Ademas, que no por haber hecho esta observacion, se ha de cambiar el órden regular de las cosas: pues con ella mas bien he consignado un hecho que ofrecido un consejo.

La honra de su esposa la veía pisoteada por todos los circunstantes. Su infamia palpitaba allí, en la plaza pública. Si la noticia llegaba alguna vez á oídos de los parientes y de las compañeras de infancia de aquella mujer, ¿qué otra cosa les quedaría sino el contagio de su deshonra, tanto mayor cuanto más íntimas y sagradas hubieran sido sus relaciones de parentesco?

Por medio de su pañuelo doblado, la limpiaba Julián del moho, tocándola con manos delicadas. Desde niño le había enseñado su madre a reverenciar la sangre ilustre, y aquel pergamino escrito con tinta roja, miniado, dorado, le parecía cosa muy veneranda, digna de compasión por haber sido pisoteada, hollada bajo la suela de sus botas.

Los rayos de sol penetraban por entre las junturas de los cortinajes, liquidando en resbaladizas gotas el vaho que empañaba los vidrios, y posándose luego en rasgos o girones de luz sobre los rasos de colores. En el suelo, confundida con las de la alfombra, había quedado alguna que otra flor pisoteada y marchita.