United States or Nauru ? Vote for the TOP Country of the Week !


Mientras hoy, con un vaso de cerveza a cuestas, o una copa vergonzante de bitter de Torino, hasta al gigante Goliath le rebanamos la cabeza hablamos de a Cristo, y un piropo le echa a una dama el último galopo. ¡La diferencia es nada! ¿Ganamos o perdemos, camarada? Basta de digresión y adelante con los faroles.

, al siete por ciento con buena hipoteca replicó el perdis . Mirad, mirad, ahí viene Lola Madariaga..., la mujer más graciosa y más remonísima que ha pisado el salón hasta ahora añadió elevando un poco la voz para que lo oyese la interesada. Lola le envió una sonrisa de gratitud. Su marido, el mejicano de las vacas, que también oyó el piropo, saludó al grupo con afabilidad.

Pues te voy a pagar el piropo con un gran consejo repuso Sagrario, deteniendo a su amiga, que ya había echado a andar : no te cases con Pepe Guzmán, aunque, por milagro de Dios, lo pretenda él; pero si don Mauricio el Solemne, pide tu mano, acéptale. Aquella noche durmió Verónica bastante mal, porque le dio mucho en que entretenerse el recuerdo de su conversación con Sagrario.

Mesábame las barbas, y renegaba de mi mal cortada pluma, que siempre ha de pinchar, y de mi lengua que siempre ha de maldecir, cuando un cariacontecido mozalbete con cara de literato, es decir, de envidia, se me presentó, y mirándome zaino y torcido, como quien no camina derecho ni piensa hacer cosa buena, díjome entre uno y otro piropo, que yo eché en saco roto, cómo tenía que consultarme y pedirme consejo en materias graves.

Gonzalo agradeció el piropo con una sonrisa, sin darse por vencido. El instinto, que en él era poderoso, más que la inteligencia, le decía que , que era posible aquella aberración. Sin embargo, no quiso discutir, porque le humillaba defender tal supuesto, aunque fuese delante de su cuñada.

Don Víctor era un viejo tal vez amigo de los amores fáciles, pero jamás había pasado su atrevimiento de alguna mirada insistente, pegajosa, y algún piropo envuelto en circunloquios que no le comprometían. El ama era muy callada, muy cavilosa; o no tenía nada que tapar o lo tapaba muy bien. Sin embargo, Petra había adquirido la convicción de que aquella señora estaba muy aburrida.

Era mucho más exigente con la modista para sus vestidos que para los propios, y la frase que más la halagaba en boca de sus amigos, era la que envolvía un piropo para su hija. Llevábala a muchas partes consigo, y se afanaba y desvivía para hacer cuanto antes, con la debida solemnidad, su presentación en «el mundo».

Quisiera poseer en este momento la voz de un ángel, porque los ángeles sólo deben escuchar a los ángeles. El piropo produjo excelente efecto en la parte femenina del salón. La parte masculina lo recibió con sonrisas burlonas. Siempre hemos tenido gusto en escucharle; ya lo sabe usted. Porque siempre va unida a la belleza la bondad.

Los rostros son espejo de las almas, suelen decir, y si esto es cierto, ¿cómo no han de ser ustedes benévolas conmigo? El segundo piropo fue recibido también con risas de complacencia por las señoras. Los hombres continuaron sonriendo malignamente. A cantar, a cantar, don Serapio. ¡Pero si no tengo nada ensayado!... No cómo arreglarme para corresponder a tanta bondad... Además, estoy ronco.

A ellas les solía parecer bien un piropo de un estudiante o de un hortera; pero la indignación fingida era mayor cuando un levita se propasaba y siempre acompañaba a la protesta del pudor el sarcasmo. Aquellas jóvenes, que no siempre estaban seguras de cenar al volver a casa, insultaban al transeúnte que las llamaba hermosas, suponiendo que el futraque tenía carpanta, o sea hambre.