United States or Afghanistan ? Vote for the TOP Country of the Week !


Después de una larga travesía de quince días, avistamos las pintorescas costas de la Guadalupe y el vapor arroja el ancla en la bahía de la Pointe-

También son muy pintorescas, aunque relativamente de menor importancia los peñascos de asperón ó de conglomerado compuestos de fragmentos unidos unos á otros. Donde quiera que la inclinación del suelo sea favorable á la acción del agua, ésta disuelve el cemento y abre un canalillo, una estrecha hendidura que, poco á poco, acaba por partir la roca en dos pedazos.

Pocas ciudades he conocido en Europa tan pintorescas y llenas de capricho como Neuchâtel, que algunos comparan por su situacion á Nápoles.

Hacia la tarde teníamos á la vista, á corta distancia, dos poblaciones que asomaban sucesivamente sobre la costa española, en situaciones pintorescas: Marbella y Estepona.

Resolví, pues, detenerme en Zenda, pequeña población a quince leguas de la capital y a cinco de la frontera. El tren en que yo iba, llegaba a Zenda aquella noche; podría pasar el día siguiente, martes, recorriendo las cercanías, que tenían fama de muy pintorescas, dando una ojeada al famoso castillo e ir por tren a Estrelsau el miércoles, para volver aquella misma noche a dormir a Zenda.

Le contesté que no la había conocido hasta aquel día, pero que me consideraba muy dichoso en conocerla, y para probar que era digno de ella, hablé en estilo lírico de las bellezas pintorescas que me habían llamado la atención durante el camino.

Cuando, al impulso de mis imaginaciones melancólicas, se huyó el deseo de recrear la mirada en los rostros peregrinos de las cigarreras, volvime para derramarla por el río y sus pintorescas márgenes. El sol acababa de ponerse.

Recorrió los establecimientos públicos de día y de noche; hizo averiguaciones en los hoteles; tomó carruajes para visitar las afueras más pintorescas. Durante cuatro días insistió en sus pesquisas, sin resultado alguno. Llegó á dudar de la veracidad del tío Caragòl. Tal vez estaba ebrio al volver al buque y había inventado aquel encuentro.

Y hechas estas advertencias, volvamos al asunto principal. Entramos en la iglesia. En el centro de ella, y colocado ya en las pintorescas andas, sobre una mesa, estaba San Juan con el corderito á los pies, y en la diestra la cruz con el Agnus Dei qui tollis peccata mundi, escrito sobre la flámula ceñida á ella.

A medida que uno se acerca á Bilbao, el paisaje tiene un aspecto, mas animado todavía. Comienzan los arrabales de la ciudad, formando una gran calle, cuya base es el Nervion, orillado por dos largas hileras de casas pintorescas que dominan los muelles.