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Iten ... que pinte dentro de las fresas donde oviese escudos vnos lexos buenos e de buen arte en que vaya cielo e tierra e agua e arboles é verduras e ... otras cosas que se contienen para ellos

Batallas, negociaciones, intrigas palaciegas, vidas y muertes de principes, cambios de dinastías, de formas políticas, á esto se reducen la mayor parte de las historias; nada que nos pinte al individuo con sus ideas, sus afectos, sus necesidades, sus gustos, sus caprichos, sus costumbres; nada que nos haga asistir á la vida íntima de las familias y de los pueblos; nada que en el estudio de la historia nos haga comprender la marcha de la humanidad.

Lo conozco por lo mismo que estimar las buenas, como las de usted; pero sigo pintando porque me entretiene, y enseño lo que pinto, como ahora, por no hacerme de rogar más tarde y porque no lo tengo a pecado mortal... Al óleo, con franqueza, pinto algo mejor que a la aguada... Ya lo verá Leto, que lo entiende, cuando pinte algo aquí... porque pienso pintar mucho... y andar más... Todos los sitios en que he puesto antes las cartulinas de usted, han de quedar ocupados por obras mías... Cuento con que me dejará usted copiar las suyas para eso.

Por lo pronto, ocurre una cosa muy triste, pero inevitable, que se explicará con un ejemplo. Tengo yo un amigo pintor. Ha pintado lindamente a Fausto y Margarita, y a Julieta y Romeo. Varias veces le he rogado que pinte algo tomado de nuestra literatura dramática.

La primera en el terraplén, tal como usted la ve en este boceto ... Su graciosa silueta me pareció que encuadraba bonitamente en el follaje.... Había en esto un precioso asunto ... La pinté de memoria y después, como la cabeza no me satisfacía.... ¡Has vuelto! , padrino; y esta vez, estando hablándola, fuí sorprendido por la señorita Guichard....

De tal palo, tal astilla es quizá el libro menos realista de Pereda, y no ya porque pinte costumbres campesinas, fáciles y risueñas, que esto bien cabe en el realismo, ni menos porque en este libro, y todavía más en El sabor de la tierruca, el tan decantado pesimismo de las Escenas Montañesas se haya ido convirtiendo en simpática benevolencia, harto natural en quien, viviendo tantos años en la quieta soledad de su Tusculano, se ha ido prendando cada vez más de las escenas rurales, y viéndolas bajo un aspecto más poético y halagüeño.

LORENZA. Procuro aprender la técnica. LAFRIPE. ¡Está buena la técnica de Joaquín...! Váyase usted a su casa; pinte tres manzanas en una compotera, o el carrete de su portera. Trabaje desde la mañana a la noche; dibuje y malgaste el color; pero hágalo, sobre todo, sin maestro. Entréguese usted en cuerpo y alma a su labor; reviente de exaltación, de duda, de despecho, y no pida consejos a nadie.

Si no, haz una cosa, Sancho, por mi vida, porque te desengañes y veas ser verdad lo que te digo: sube en tu asno y síguelos bonitamente, y verás cómo, en alejándose de aquí algún poco, se vuelven en su ser primero, y, dejando de ser carneros, son hombres hechos y derechos, como yo te los pinté primero... Pero no vayas agora, que he menester tu favor y ayuda; llégate a y mira cuántas muelas y dientes me faltan, que me parece que no me ha quedado ninguno en la boca.

La noche en que murió tu padre profirió al cabo de largo silencio con voz poco segura fuí á despertar á mi pobre madre, que ya dormía; me senté á su cabecera y llorando como un niño le pinté vuestra situación, le puse delante el cuadro terrible que acababa de presenciar. ¡Qué cosas le diría que al poco rato vi rasados sus ojos con lágrimas!... Aprovechando aquel momento de blandura me puse de rodillas y le dije: ¡Por Dios, mamá, por los dolores que has pasado para echarme al mundo, no te opongas más tiempo á mi matrimonio!... Y aquella mujer tan orgullosa me besó en la frente y me dijo al oído: «Tráela cuando quieras á casa, hijo mío». Me fuí tambaleando á la cama como un beodo y no pude dormir.

Pero no es por eso por lo que no enseño yo a nadie mis cuadritos siguió Ana ; sino porque cuando los estoy pintando, me alegro o me entristezco como una loca, sin saber por qué: salto de contento, yo que no puedo saltar ya mucho, cuando creo que con un rasgo de pincel le he dado a unos ojos, o a la tórtola viuda que pinté el mes pasado, la expresión que yo quería; y si pinto una desdicha, me parece que es de veras, y me paso horas enteras mirándola, o me enojo conmigo misma si es de aquellas que yo no puedo remediar, como en esas dos telitas mías que conoces, Juan, La madre sin hijo y el hombre que se muere en un sillón, mirando en la chimenea el fuego apagado: El hombre sin amor.