United States or China ? Vote for the TOP Country of the Week !


Jamás ilusiones humanas se derrumbaron desde tan alto. ¡Infeliz estanquero, en quien la suerte hacía escarnio, mostrándole brutalmente que el amor, cuanto más caro cuesta, con mayor facilidad se pierde! Le fue preciso resignarse, y aceptó el traslado desde el estanco céntrico al de la calle de la Pingarrona. Antes de que se verificara la mudanza ocurrieron en la casa grandes novedades.

Luego, mediante encargo que confió a un diputado amigo suyo, el cual hizo minuciosas gestiones, supo que la nueva madriguera estanqueril de don Quintín estaba en la poco aristocrática calle de la Pingarrona, y allí imaginó ir a buscarle; pero pensándolo mejor, mandó a su ayuda de cámara, el inapreciable y fiel Benigno, que volvió con más noticias que un corresponsal del Times.

Escrito el anónimo, puso el sobre a doña Frasquita, y llamando a un muchacho de la vecindad, de quien podía fiarse, le dijo: Vas al estanco que hay a lo último de la calle de la Pingarrona, preguntas por esta señora, la entregas la carta en propia mano, teniendo cuidado de que esté sola, y en seguida aprietas a correr. <tb>

El golpe fue tremendo. ¡Un estanco en la calle de la Pingarrona! «¡Un miserable tenducho donde sólo entrarían jornaleros y verduleras, donde no se despacharía un céntimo de escogidos, ni sobres, ni plumas, ni boquillas, ni más sellos que de a quince, ni apenas papel sellado!

No hubo medio de que rompiese aquel mutismo pavoroso. Salieron, pasaron calles y plazas; él, cabizbajo y anonadado, delante; ella, implacable y rencorosa, detrás; ambos medio muertos, uno de miedo y otro de coraje, hasta llegar a la calle de la Pingarrona.

Y como doña Frasquita abriese más boca que un horno, Cristeta prosiguió: Déjenme ustedes concluir. No quiero serles gravosa y me voy. ¡Muchacha! ¿Estás en tu juicio? Nada, nada; quiero vivir sola. Además, tal vez vuelva al teatro, y como ustedes comprenderán, no puedo ser artista y vivir en la calle de la Pingarrona, donde ustedes van a parar.