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Entonces comprendí, azorado y atónito, que alrededor de las murallas de esa pieza había, formando altas pilas, unos sobre otros, una inmensidad de sacos de cuero llenos hasta casi reventar. Toqué una pila que había al alcance de mi mano, y vi que lo que dentro se encerraba, era duro y angular y no cedía a la presión.

El cual patio está también enlosado y tiene una cisterna en un ángulo, que recibe sus aguas de un canal de latón que recorre el borde del tejado, que desciende por la pared, que llega a una pila repleta de menuda grava por donde las aguas se filtran y bajan en un claro raudal a lo profundo. Una parra se enrosca a un varillaje de hierro, extiende su toldo verde, festonea un balconcillo de madera.

El más pequeño de los niños chocó contra la diestra del torero un hocico rojo, recién frotado por la madre con motivo de la visita. Gallardo le acarició la cabeza con distracción. Uno de los muchos ahijados que tenía en España. Los entusiastas le obligaban a ser padrino de pila de sus hijos, creyendo asegurar de este modo su porvenir.

Póstuma o no póstuma, tuvo una niña preciosa, a quien dieron en la pila bautismal el mismo nombre que a su madre. El vulgo añadió después al nombre el mismo epíteto, por donde esta niña, que será la principal heroína de nuestra historia, vino a ser apellidada Juanita la Larga.

Don Germán Reynoso habitaba en aquel momento una aldea de Guipúzcoa llamada Anzuola, próxima a Zumárraga. Saliendo aquella misma noche, por la mañana temprano llegaría a este punto y de allí podría trasladarse a Anzuola rápidamente. Era necesario preguntar por don Ricardo Vázquez, su segundo nombre de pila y su segundo apellido, pues así se hacía llamar desde que había salido de Madrid.

Algunas señoras por el estilo andaban por allí de vez en cuando, y, más de tarde en tarde, dos, como de la edad de la marquesa, jamonas tan de buen ver todavía como ella. La una era rubia, condesa viuda de Camposeco; pero la marquesa siempre la llamaba por su nombre de pila: Sagrario. Gastaba muy buen humor, y solía decirle cuchufletas; lo mismo que a los demás.

El señor Fermín, para que no le viesen llegar con las manos vacías los parientes pobres que cuidaban de sus pequeñuelos, se dedicó al contrabando. Su compadre Paco el de Algar, que había ido con él en las partidas, conocía el oficio. Entre los dos existía el parentesco de la pila bautismal, el compadrazgo, más sagrado entre la gente del campo que la comunidad de sangre.

«Piensa bien lo que haces le dijo , y no comprometas por tu...». Quería decir dignidad; pero no dio con la palabra por el poco uso que en su vida había hecho de vocablos de esta naturaleza. Pero se dio sus mañas para expresar toscamente la idea, diciendo: «Calcula que los que me conozcan te van a llamar el marido de la Fortunata, en vez de llamarte por tu nombre de pila.

Nadie estaba en el sitio que había ocupado antes de la tormenta, y Pepazos yacía sepultado de medio abajo en una pila de nieve, fuera del robledal y a muy pocos pasos de la barranca... ¡Pero faltaba uno! ¡faltaba Chisco! y no respondía a las voces con que se le llamaba, ni se le veía por ninguna parte... ¿Dónde buscarle? ¿Qué sitio había ocupado en el robledal? ¿Quién estuvo cerca de él? ¿Quién le había visto al reventar la cellerisca negra?

Paz no podía analizar en qué estribaba ello, pero le gustaba hablar con Pepe, quien siempre la llamaba señorita, expresándose mucho mejor que la mayor parte de los caballeretes que por haberla visto una noche en un baile la llamaban por su nombre de pila. El arreglo de la librería tocaba a su término: unas cuantas mañanas más, y todo quedaría en orden.