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Fué capitana de polo-water, atravesando como una náyade el profundo cristal de la piscina del gimnasio. En la clase de esgrima cansaba al profesor con su florete impetuoso y sus piernas de acero.

Mientras el marino volvía á atacar su desayuno, con la familiaridad de un amante que ha llegado á la posesión y no necesita ocultar y poetizar sus necesidades groseras, ella se sentó en una vieja chaise longue, encendiendo un cigarrillo. Se replegó en este asiento, con las piernas encogidas y formando ángulo dentro del círculo de uno de sus brazos.

Pepet abandonó su posición de bestezuela en descanso, libertando las piernas encogidas del anillo de los brazos para erguirse de un salto... Era Margalida la que llamaba... Su padre debía reclamarle para algún trabajo, en vista de su tardanza. El señor le retuvo por un brazo. Déjala que venga dijo sonriendo . Hazte el sordo, para que grite.

Los cadetes venían por la tarde a contemplarlo, siendo para ellos lo más notable de la Primada aquel coloso de carnes sonrosadas que, con el niño al hombro, adelantaba sus piernas angulosas, apoyándose en una palmera que parecía una escoba. La alegre juventud militar divertíase midiendo los tobillos con el sable y calculando después cuántos «sables» de altura alcanzaba el bendito coloso.

Las piernas las tenía casi completamente paralizadas, y salía a paseo en un cochecillo o sillón de ruedas, que empujaba su criado. Iba a las Vistillas a tomar el sol, y a veces se extendía hasta la Plaza de Oriente por el Viaducto.

¡Nada, nada, pone usted los puntos sobre las íes! Y al decir esto se balanceaba sobre la mecedora y echaba sus piernas didácticas al alto con tal alegría que ningún emperador la sintió mayor al poner una placa sobre el pecho de alguno de sus generales victoriosos.

Un aullido espeluznante, al mismo tiempo que estallaba algo como una olla rota, y el joven caía de espaldas en el suelo. Juanón y Fermín, estremecidos de horror, corrieron hacia el grupo, viendo en el centro de él al muchacho, con la cabeza en un charco negro que crecía y crecía, y las piernas estirándose y contrayéndose con el estertor agónico.

La montura es tan insegura que cada jinete es un equilibrista. El jinete va sentado en el centro, con las piernas cruzadas sobre la nuca del asno, y este, que no está sujeto por brida ni cabestro, es manejado hábilmente al influjo de los golpes que le regala con la mano su equilibrista caballero.

El mayordomo no había visto jamás bailarinas. Al presentarse éstas en escena le hizo creer que traían las piernas desnudas.

Otro idem, de agua de azahar con 16 azumbres. 2 docenas de jamones que pesaron 196 libras. 13 arrobas de aceite de Ecija. 60 almudes de aceitunas negras. 16 barriles de alcaparras. 12 idem, de alcaparrón. 7 docenas de chorizos. 5 cajas de conservas á 7 libras cada vna. 12 barriles de aceitunas açofayrada. 12 idem. de aceituna gordal. 12 quesos de Lantejo. 500 limones grandes. 1.000 naranjas dulces muy grandes. 1.500 limones Poncies agrios y dulces. 1 carga de vino de regalo para el viaje. 6 capones fiambres. 4 piernas de carnero. 2 jamones.