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Alarmado por su exaltación, el joven trató de calmarla con frases cariñosas y palabras tiernas, acaso sinceras, pues era ante todo el hombre del momento y la pobre criatura hubiera conmovido a un corazón de piedra. Tranquilízate, mi querida Juana. Es una prueba momentánea, una separación muy corta seguida de una eterna unión y de una dicha sin nubes.

Sobre algunas puertas quedaba aún el escudo de piedra, revelador del orgullo nobiliario de los que construyeron el caserón en la época que aún no había nacido la República Argentina y el país era gobernado por los representantes de la monarquía española. Se presentó Ovejero puntualmente en la iglesia á la hora de la procesión.

«Vengo a reñir con usted, señá Benina le dijo sentándose en una piedra, frente a la casucha, junto a la artesa en que la pobre mujer lavaba, a respetable distancia del ciego, echadito a la sombra . , señora, porque usted quedó en ir a recoger la comida sobrante en nuestra casa, y no ha parecido por allí, ni hemos vuelto a verle el pelo.

Don Quijote iba sentado en la jaula, las manos atadas, tendidos los pies, y arrimado a las verjas, con tanto silencio y tanta paciencia como si no fuera hombre de carne, sino estatua de piedra.

Cuentan un cuento de cuatro hindús ciegos, de allí del Indostán de Asia, que eran ciegos desde el nacer, y querían saber cómo era un elefante. «Vamos, dijo uno, adonde el elefante manso de la casa del rajá, que es príncipe generoso, y nos dejará saber cómo es.» Y a citas del príncipe se fueron, con su turbante blanco y su manto blanco; y oyeron en el camino rugir a la pantera y graznar al faisán de color de oro, que es como un pavo con dos plumas muy largas en la cola; y durmieron de noche en las ruinas de piedra de la famosa Jehanabad, donde hubo antes mucho comercio y poder; y pasaron por sobre un torrente colgándose mano a mano de una cuerda, que estaba a los dos lados levantada sobre una horquilla, como la cuerda floja en que bailan los gimnastas en los circos; y un carretero de buen corazón les dijo que se subieran en su carreta, porque su buey giboso de astas cortas era un buey bonazo, que debió ser algo así como abuelo en otra vida, y no se enojaba porque se le subieran los hombres encima, sino que miraba a los caminantes como convidándoles a entrar en el carro.

Las viviendas, escasas y esparcidas por la espesura, eran, las más, cabañas humildes, otras vetustos caserones de piedra oscura, con armas sobre la puerta algunos.

Su freno ha de ser de oro de veinte y tres quilates, porque habiendo estregado la cabeza del bocado contra una piedra que he visto que era de toque, hice la prueba. Por fin, las marcas que han dexado las herraduras en piedras de otra especie me han probado que eran de plata de once dineros.

Demora 16 millas al O. 1/4 SO. de la punta Divata; se reconoce fácilmente por hallarse formada por un cerro cónico de bastante altura y poco arbolado y por el baluarte ó atalaya que tiene encima. La costa comprendida entre las puntas Divata y Sipaca está formada de playas de arena, alternadas con otras de manglares y de frontones de piedra, con restingos poco salientes.

Clotaldo, mientras tanto, ha forjado un nuevo plan para llevar á cabo sus aleves proyectos; ataca al Duque, pero es desarmado y herido mortalmente, confesando al morir su traición, que él ha sido el matador de Enrico, y sus asechanzas para robar el honor á Doña Flor; quéjase ya el Duque de la ejecución, harto precipitada, de Federico, y visita arrepentido su sepulcro; Manfredo levanta la piedra, que lo cubre, y sale de él Federico lleno de vida, porque una bebida soporífera, para simular que se había ejecutado el suplicio, lo ha privado transitoriamente del uso de sus sentidos; el Duque lo abraza lleno de júbilo, y, para compensar las injusticias, que ha cometido con él, le concede el cargo de Clotaldo, y corona su ventura casándose también al cabo con Doña Flor, su siempre fiel amada.

Conocido es el Conde de León enriquecido por su escollo, «piedra preciosa decía, más que cuantas causan la admiración del vulgo en las coronas de los reyes