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En vano clamó el ciego largo rato pidiendo favor al cielo; en vano repitió el dulce nombre de María un sinnúmero de veces, acomodándolo a los diversos tonos de la melodía. El cielo y la Virgen estaban lejos, al parecer, y no le oyeron; los vecinos de la plaza estaban cerca, pero no quisieron oírle.

Después de vagar pidiendo, por no perder la costumbre, fueron a la calle de San Carlos, y subió Benina a ver a Juliana, que allí le tenía su ropa, y se la dio en un lío, diciéndole que mientras gestionaban para que fuese recogida en la Misericordia, se albergara en cualquier casa barata, con o sin el hombre, aunque mejor le estaba, para su decoro, dejarse de compañía y tratos tan indecentes.

Interrogada por Benina acerca del ciego moro y de su vivienda, respondió que le había visto junto a la fuentecilla, pasado el Puente, pidiendo; pero que no sabía dónde moraba. «Vaya, con Dios, señora dijo la Burlada despidiéndose . ¿No va usted hoy al punto? Yo ... porque aunque poco se gana, allí tiene una su arreglo.

Era aquella una manifestación pacífica de la democracia, que con grandes clamores y largos garrotes y extrañas banderas enarboladas se dirigía a Palacio pidiendo la entrada en el ministerio de don Manuel Ruiz Zorrilla.

Lo cual debió causar una gran alegría al hombre del Harberg. Una vez fuera, Materne, respirando el aire frío con toda la fuerza de sus pulmones, exclamó: ¡Y cuando pienso que hubiera podido sucedernos lo mismo! respondió Kasper ; recibir una bala en la cabeza, eso no es nada; pero que le descuarticen a uno de esa manera y tener luego que pasar el resto de su vida pidiendo limosna...

Un pastor de Cóo nos apandó una cría de dos meses, la de la Cordera de tío Celipe Cuartajo: vímosle, juímonos encima, negó, arriméle un garrotazo, cayó á tierra pidiendo miselicordia, y soltó el jato. No ha habío multa denguna ni por el aquel de dir ni por el aquel de venir, porque no se ha saltao una mala cerradura, ni tan siquiera se ha movío una res de la cabaña en too el camino.

Su madre D.ª Juana de Sousa fundó doce aniversarios por su alma, y llevada del grande amor que le tenia, se retiró del mundo á vivir dentro de la misma iglesia, pidiendo para esto al cabildo los cuartos que llaman de cabeza de rentas, donde dispuso su habitacion para el resto de sus dias.

Que a una se le caían las tijeras: risa. Que otra pedía la madeja del hilo teniéndola colgada al cuello: risa. Que se presentaba la cocinera con la cara tiznada, pidiendo a la señora dinero para la lechera: gran algazara en el costurero. No solamente eran jóvenes y alegres las que cosían el equipo de Cecilia; pero además guapas, comenzando por su directora.

Y, regiamente pagado, un regimiento de curas y canónigos, por las catedrales de la ciudad y por las capillas de las aldeas, fué pidiendo a Nuestra Señora de los Dolores que volviese sus ojos piadosos hacia mi mal interior... Mas ningún alivio descendió de esos cielos inclementes a donde desde hace millares de años se dirigen en vano los clamores de la miseria humana.

Después de pasar muchas horas sollozando y pidiendo fuerzas a Dios para soportar su desdicha, resolviose a implorar la caridad; pero todavía quiso el infeliz disfrazar la humillación, y decidió cantar por las calles de noche solamente. Poseía una voz regular, y conocía a la perfección el arte del canto; mas tropezó con la dificultad de no tener medio de acompañarse.