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Ahora comprendía que cuanta fruta mordió era de la que se pudre en agraz o de la que por su peso cae dañada del árbol: la única vez que llegó a cogerla sazonada y fragante, dejó, como un estúpido, que otro la saborease, y al querer recobrarla... «Imposible». El acento con que Cristeta pronunció esta palabra le taladraba los oídos y le acibaraba el alma.

Y el desventurado padre, así que hubo pronunciado las palabras que quería grabar en la memoria de Amaury, se retiró tan lenta, y gravemente como había entrado. Nada importa morir cuando gravitan sobre nosotros el peso del tiempo y los achaques, cuando se está ya aniquilado a fuerza de vivir.

El mismo Duval proyecta actualmente abrir una carnicería, por la parte de la Magdalena, en cuyo decorado y utensilios se gastará sobre un millon. Las vasijas para contener las cabezas de las terneras, serán de plata, y su peso no bajará de veinte arrobas cada una, sólo lo cual supone un valor de veinte mil duros, inclusa la mano de obra. Bien es verdad que Paris carece de ejemplos análogos.

Con increíble arrogancia Mauricia descendía, sin sentir peso alguno. Alzaba la custodia como la alza el sacerdote para que la adoren los fieles... «¿Veis cómo me he atrevido? pensaba . ¿No decías que no podía ser?... Pues pudo ser, ¡qué peine!». Seguía por la iglesia adelante.

11 Me pesa de haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de , y no ha cumplido mis palabras. Y pesó a Samuel, y clamó al SE

El Duque holgó complacer al jeque en aquello, y mandó volver la gente al alojamiento, publicando que era hecha la paz, de lo que pesó muy de veras á los soldados, yendo, como iban, ganosos de pelear, teniendo por tan cierta la victoria.

Que el Provincial tambien habia pedido las mulas para venir á estos pueblos, lo que no haria sino hubiera esperanza de paz, habiendo mantenido, y probado muy bien en Roma, que él apenas se creia capaz de cargar con el peso de esta provincia, estando tan turbada.

El peso de la mole le aplastaba, la luz resultaba fuego; pero ¡qué martirios, qué torturas, qué muerte tan adorables! Porque él se daba por muerto, como dos y tres eran cinco.

Juan Andrea Doria, temeroso también en Lepanto, cuyo triunfo estuvo á punto de comprometer, responde ante la historia del tremendo fracaso de los Gelves, si bien Monsieur Jurien de la Gravière, siempre juicioso y benévolo, como quien ha sentido sobre los hombros el peso enorme de la responsabilidad, lo tiene dicho: «Vencer á los turcos en la mar en el siglo XVI, era tan difícil como derrotar á los ingleses en los días de Abukir y Trafalgar

Las mujeres gordas habían constituido su pasión dominante desde los felices días de la adolescencia. Dios sólo sabe el peso de las que Osuna amó desde este tiempo hasta los sesenta y cuatro años que ahora tiene.