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Tan mareado iba, que a los pocos pasos encontré al sereno y le di dos pesetas. Después me pesó, porque no había necesidad, según lo que Gloria me había dicho. Tampoco reparé esta vez si las estrellas centelleaban allá arriba con suave fulgor, ni si la luz de la luna se filtraba por el laberinto de calles oscuras, manchándolas aquí y allá con jirones de plata.

A donde irá miloro esta noche es a mi casa indicó otra que era ya matrona . A mi casa va toda la sal del mundo, y si miloro quiere poner un par de pesetas a un caballo, no tengo comeniente... Mi casa es muy principal...

¡Me dijo que me fuera!... ¡Me dio dos pesetas! gritó al fin el niño con gran desconsuelo; y sollozando amargamente, escondió la preciosa carita en el seno de su madre.

Si sospechará algo... Lo que ahora me faltaba era que mi tía hubiese pasado por la tienda al volver de casa de las de Morejón, y le hubiera dicho el tendero: «Aquí estuvo su sobrino a cambiar dos pesetas en calderilla». El mirar escrutador de doña Lupe no tenía nada de particular.

Manos a la obra. Lo primero era romper la primitiva para coger el oro y la plata, pasando a la nueva la calderilla, con más de dos pesetas en perros que al objeto había cambiado en la tienda de comestibles. Romper la olla sin hacer ruido era cosa imposible. Permaneció un rato sentado en una silla junto a la cama, con las dos huchas sobre esta, acariciando suavemente la que iba a ser víctima.

Tipos y costumbres españolas; 3 y 3,50 pesetas. Ayer, hoy y mañana; 6 tomos, 18 y 20 pesetas. =FERRER DEL RÍO.= Galería de la litera, con los retratos de Quintana, Lista, Gallego, Burgos, Toreno, Martínez de la Rosa, Lastra y otros; un tomo en 4.º, 5 pesetas en toda España. Album literario español.

Por las noches, Barriobero traducía para Jorro o para Calleja; despachaba un volumen «católicamente» mutilado en un par de sesiones, y con las pesetas que esta labor de negro le producía, nos íbamos a comer arroz, condimentado por sus manos largas, frías y pulidas de cardenal galante, a un ventorro de los Cuatro Caminos.

El buey suelto... D. Gonzalo González de la Gonzalera. De tal palo tal astilla; 4 y 4,50 pesetas. Escenas Montañesas; 4 y 4,50 pesetas. Borrones ejemplares, miscelánea de artículos, cuentos, parábolas y sátiras; 1883, 8.º, 2,50 y 3 pesetas. Sacramento y concubinato: novela original, de costumbres aragonesas, con una carta-prólogo de D. Manuel Trueba; 1884, 8.º, 2,50 y 3 pesetas.

¡Podría no tomarlo, niña! exclamó D.ª Esperanza con voz irritada . Un tronco que ha costado quince mil pesetas.... ¡Pues digo yo si es una gracia de Leandrito! Y siguió buen rato desahogando su furia, casi tan grande como la de su yerno. Castro y Ramoncito se levantaron, al fin, para irse. Mariana, que había tomado con mucha filosofía la desgracia, les invitó a comer.

¡Mil doscientas pesetas, Tomás! decía a su hijo, un chicarrón silencioso a quien no interesaba gran cosa lo que no fuese su jardín . ¡Mil doscientas pesetas, cuando yo he conocido a la catedral con más de seis millones de renta! ¿Para qué hay con eso? Malos tiempos nos esperan, y si yo fuese otro, os dedicaría a un oficio, a cualquier cosa, fuera de la Primada.