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«No pasa día sin que tropiece en la calle con personas, que ni siquiera se cuidan de saludarme, porque creen haberme pagado bien con su dinero, y sin embargo, a haberlas yo abandonado, ahora reposarían para siempre en el fondo del sepulcro, en vez de pasear a la luz del sol... ¡Y yo, que he sabido combatir a la muerte y llegar a humillarla en pro de seres extraños y hasta desconocidos para , tendré que sucumbir forzosamente ahora que lucho por la vida de mi hija, que es mi propia existencia!

¡Oh, gentleman! interrumpió ella quejumbrosamente . No sea usted materialista en sus apreciaciones, no se muestre grosero en sus sentimientos juzgando á las personas por su tamaño. ¿Por qué no pueden amarse dos almas á través de sus envolturas completamente diferentes?... Ahora que le conozco, gentleman, me doy cuenta de que toda mi vida he estado esperando su llegada.

Así los que aborrecian á todos aquellos que observaban la lei de Moisés, i negaban á los que descendian de ellos la entrada en las dignidades eclesiásticas i en las órdenes militares, ya querian abrirles franca puerta, solamente por una ficcion que era agradable á sus ojos. ¡Tanto puede una noticia que traiga consigo apariencias de verdad, i que alcance la ventura de ser acreditada por personas ilustres en la sangre, insignes en los hechos i doctas en los escritos!

Yo estaba tan mal ahorcado, que no podia ser mas: el executor de las sentencias de la santa inquisicion, que era subdiácono, es verdad que quemaba las personas con la mayor habilidad, pero no entendia cosa en materia de ahorcar: la soga que estaba mojada apretó poco, en fin todavía estaba vivo.

Virrey y demás Magistrados y no menos del pueblo según y como se estila, y luego se dió principio a la Missa que cantó el P. V. Jayme Juan Vives, Religioso de N.ª S.ª de las Mercedes, Lector jubilado, Maestro en su Religión, Comendador en su Combento, Consultor Calificante deste S.to Off.º, asistiéndole por ministros de diácono y subdiácono dos religiosos de su Orden, así mesmo honestas personas del Tribunal y hauiendo la Capilla de la S.ta Iglesia cantando el Introito y los Kyries, y dícholos en el altar el celebrante se sentaron los ministros del Altar, y hauisado por el dicho maestro de ceremonias el R.do P. Pedro Rotx, de la religión Dominicana, Maestro de su Religión, Vicario General y Visitador que fue por el Ill.mo Ministro General de su Religión dos años de todos los Conuentos deste Reyno, Consultor Calificante deste S.to Off.º, para que fuesse a predicar, y hauiéndose la adoratión a la S.ta Cruz del Altar, al S.r Inquisidor, Ill.mo Sr.

ELECTRA. Porque viéndole, pienso que todo el terreno ganado lo perderé en un solo instante. ELECTRA. ¡Oh! , alguno... no mucho todavía. DOROTEA. Entiendo, querida hermana, que el ver a la persona te servirá para probar si, en efecto, puedes... DOROTEA. No esperes, Electra, que tus propias ideas te den la paz. Confía en Dios y en las personas que Dios te envía. Alguien quizás negará que lo sea.

Además los indianos no quieren nada que no sea de buen tono, que huela a plebeyo, ni siquiera pueda recordar los orígenes humildes de la estirpe; en Vetusta los descreídos no son más que cuatro pillos, que no tienen sobre qué caerse muertos; todas las personas pudientes creen y practican, como se dice ahora.

-Todo lo creyera yo -respondió Sancho-, si también mi manteamiento fuera cosa dese jaez, mas no lo fue, sino real y verdaderamente; y vi yo que el ventero que aquí está hoy día tenía del un cabo de la manta, y me empujaba hacia el cielo con mucho donaire y brío, y con tanta risa como fuerza; y donde interviene conocerse las personas, tengo para , aunque simple y pecador, que no hay encantamento alguno, sino mucho molimiento y mucha mala ventura.

Las personas de edad solían ser repertorios vivos de procedimientos ridículos para prevenir y para remediar males y peligros reales e imaginarios.

Contemplando las fúnebres alegorías, y leyendo los letreros de las lápidas, que tanto inquietaron mis años infantiles, de nuevo mil incidentes de mi niñez y escuché, una vez más, la voz de personas queridas, entre ellas Angustias, quien me aseguraba dogmáticamente que mis muertos jugaban al ajedrez todas las noches....