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No un libro, sino media docena le traería Frasquito con mil amores; y prometiéndolo así, se lanzó a la calle, ávido de aire, de luz, de ver gente, de recrearse en cosas y personas. Del tirón, andando maquinalmente, se fue hasta el Paseo de Atocha, sin darse cuenta de ello. Luego volvió hacia arriba, porque más le gustaba verse entre casas que entre árboles.

Durante diez días, aquella deliciosa joven había estado demasiado con él, ¡demasiado con él solo! ¿Cómo resistir a semejante tentación? Habíase embriagado con su encanto, su gracia y su belleza. Mas al siguiente día llegarían veinte personas al castillo a poner término a tan peligrosa intimidad.

Señora, cuando vuelva de cumplir sus deberes de caballero en los campos de batalla, le haremos que se penetre bien de las máximas contenidas en la historia de Alejandro el Grande. Doña María, cuya dignidad no podía consentir que semejante asunto se tratara delante de personas extrañas, hizo callar a D. Paco, y también impuso silencio a su hijo con gesto aterrador.

Pero en aquel momento el matutero se volvió repentinamente y blandiendo un cuchillo se lo clavó en el pecho hasta el mango. El guarda quedó muerto en el acto. El suceso puso en conmoción á la villa, y aunque algunas personas caritativas quisieran impedirlo, la noticia llegó pronto á la familia. Corrió la infeliz esposa al lugar del crimen.

Por esta causa, juzgando cuerdamente los capitanes que era menos mal rendirse que pelear, pues rindiéndose tenían esperanza, que por la protección de la reina de Inglaterra, de quien tenían pasaporte, se les volvería la mayor parte de sus haciendas, echaron banderas; y aunque lo contradijeron los marineros y los pasajeros gritasen protestando que se ponían á manifiesto peligro sus personas y caudales, se rindieron totalmente.

Hasta aquí el Sr. Bermudez, reservemos nuestra opinión para después, y veamos ahora como explican los manuscritos antiguos y las personas mas ancianas de la ciudad, la fundación y población de la moderna Teruel. Lo que acabamos de narrar aparece confirmado en el M. S. que se conserva en la Biblioteca de la Academia de la Historia, Colección del P. Traggia, t.

Casi a mi lado avanzaban paso a paso algunos discípulos de don Román, con el Nebrija bajo el brazo, serios, graves, orgullosos, muy pagados de su ciencia, como personas de altísimos saberes.

No; tengo familia allá en mi casita de las afueras de Barcelona; una familia que no da disgustos: un perro, tres gatos y ocho gallinas. No entienden a las personas y por eso me respetan, me quieren como si yo fuera un hombre igual a los demás. Envejecen tranquilamente a mi lado. Nunca se me ha ocurrido matar una gallina: me desmayo viendo correr la sangre.

Terminada la procesión, el convento servía un espléndido refresco á los sacerdotes y personas de calidad que en ella habían asistido. De todo esto no ha quedado apenas la memoria; y examinando los libros Manuales hallamos, que, en todos viene figurando el gasto de la procesión hasta el de 1835 en el cual ni se menciona siquiera.

Elena quiso quedarse con las personas serias, pero su marido, que conocía y adoraba su naturaleza infantil, la instó para que formase parte de los excursionistas. Al mismo tiempo dio orden para que los criados llevasen algunas vituallas para merendar. A todo atendía la previsión eficaz y la cortesía llana y tranquila de aquel hombre respetable.