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Hasta Cervantes no pudo escapar á él, puesto que en el Persiles y en sus aventuras extrañas puede rivalizar con Lobeira. Casi tan extendidas como los recuerdos de las tradiciones de la Edad Media, estuvieron también ciertas reminiscencias de la mitología y de la poesía antigua.

Por esto me congojo y me lastimo De verme solo en pie, sin que se aplique Arbol que me conceda algun arrimo. Yo estoy, qual decir suelen, puesto á pique Para dar á la estampa al gran Persiles, Con que mi nombre y obras multiplique. Yo en pensamientos castos y sotiles, Dispuestos en soneto de á docena, He honrado tres sugetos fregoniles.

Gracias á mi buen Miguel que me he encontrado por ahí, no duermo, ni Dorotea estudia. Cuando habla Cervantes es necesario no vivir sino para escucharle. ¡Qué ingenio! se entiende, cuando no se trata del Pérsiles. Parece mentira que el tan discreto... pero vamos al asunto, y perdone mi buen amigo añadió Quevedo cerrando el libro y dejándolo sobre la cama , ¿traéis con vos á ese sujeto?

Con esto le despedí, y con esto me despido, ofreciendo a Vuestra Excelencia los Trabajos de Persiles y Sigismunda, libro a quien daré fin dentro de cuatro meses, Deo volente; el cual ha de ser o el más malo o el mejor que en nuestra lengua se haya compuesto, quiero decir de los de entretenimiento; y digo que me arrepiento de haber dicho el más malo, porque, según la opinión de mis amigos, ha de llegar al estremo de bondad posible.

Sin embargo, The Custom of the country, de Fletcher, como indica V. Schmidt, en sus adiciones á la Historia de la poesía romántica, no es otra cosa en su conjunto, y conservando hasta los nombres, que una imitación de invenciones aisladas del Persiles, de Cervantes; y la escena, en que Guiomar defiende á los asesinos de su propio hijo, de los agentes de la justicia, es casi una traducción de la novela española.

No se entienda por todo esto que sus comedias deban desecharse por completo; al contrario, nosotros creemos que cuanto lleva el nombre de Cervantes es digno de aprecio, y que así como las traducciones del Persiles y hasta de la Galatea han excitado nuestro interés, lo propio hubiese sucedido con sus comedias.

Es imposible descubrir en ellas el más leve rastro de parodia ni de sátira. Generalmente son imitaciones serias del estilo de Lope de Vega, no obstante los esfuerzos del autor en superar á su modelo con escenas más variadas y situaciones de más efecto. La impresión, que hacen, es muy semejante á la del Persiles, escrito en la misma época.

Venía adelante don Quijote de la Mancha, seguido de su escudero Sancho Panza; luego el bachiller Sansón Carrasco, el cura, el barbero, Dulcinea del Toboso, Teresa Panza, Camacho, la dueña Rodríguez, los duques... Y también Persiles y Segismunda, Rinconete y Cortadillo, la Gitanilla... En fin, toda la caterva de los personajes que aparecían en sus obras...

La obra consta de dos tomos, con curiosas observaciones al final del primero; notas muy interesantes, y distintos apéndices al final del segundo, sobre los actores y actrices de la época. «Si hubiere quien tenga á lengua Como á mano algún aplauso, Un vítor ú otra moneda, En ésta ú otra ocasión Se lo pagará el poetaCervantes, Persiles y Sigismundo, lib.

Cervantes prefería el Persiles á todas sus obras: la posteridad piensa muy de otra manera; pero sea cual fuere el juicio, que de ella se forme, no deja de asombrarnos que la escribiera un anciano de sesenta y ocho años, desplegando tan exuberante fantasía, que, como dice Calderón, semejante á Vulcano, ocultaba bajo su capa de nieve ríos de fuego.