United States or Bahrain ? Vote for the TOP Country of the Week !


La noche estaba más negra que un barril de chapapote; pero como el tiempo era bueno, no nos importaba navegar a obscuras. Casi toda la tripulación dormía: me acuerdo que estaba yo en el castillo de proa hablando con mi primo Pepe Débora, que me contaba las perradas de su suegra, y desde allí vi las luces del San Hermenegildo, que navegaba a estribor como a tiro de cañón.

Ya soñaba que Jacinta se le presentaba a llorarle sus cuitas y a contarle las perradas de su marido, ya que las dos cuestionaban sobre cuál era más víctima; ya, en fin, que transmigraban recíprocamente, tomando Jacinta el exterior de Fortunata y Fortunata el exterior de Jacinta.

A Fortunata no se le ocurría nada que responder a estos disparates. «Porque has padecido... ¡pobrecita! Buenas perradas te han jugado en esta vida. La pobre siempre debajo, y las ricas pateándole la cara. Pero déjate estar, que el Señor te arreglará, haciendo justicia y dándote lo que te quitaron.

Pues se me figura que volveré de allá tan pobre como estoy aquí. Yo no sirvo para esto. No soy como mi padre y mis hermanos, que saben Aritmética. Yo no la entiendo. Esa ciencia y yo... no nos hablamos hace tiempo... Yo la he despreciado, ¡y ella se venga haciéndome unas perradas!...

Adspice, quam tumeat magno jecur ansere majus, Miratus, dices: hoc, rogo, crevit ubi? ¿Qué diabluras, qué perradas, qué judiadas no se harán con el ganso, para que el hígado le crezca con tan estupenda hipertrofia?