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Alguna vez cuando la noche era diáfana y tranquila , abriéndose a modo de dos valvas de nácar la artesonada techumbre, dejaba cernerse en su lugar la magnificencia de las sombras serenas. En el ambiente flota como una onda indisipable la casta esencia del nenúfar, el perfume sugeridor del adormecimiento penseroso y de la contemplación del propio ser.

Acaso a resina de frutales o de eucalipto. Y por igual motivo, tenía la densa miel un vago dejo áspero. ¡Mas qué perfume, en cambio! Benincasa, una vez bien seguro de que sólo cinco bolsitas le serían útiles, comenzó. Su idea era sencilla: tener suspendido el panal goteante sobre su boca.

Calletano Rodriguez en la oracion fúnebre á Belgrano, hablando de la gloria. Porque el genio es un pobre jornalero Que fecunda la tierra con afan. Y en la palabra que batía en brecha Cuatro tablas que alzó la vanidad. Alusion á las célebres palabras de Mirabeau en los Estados Generales. Flor que ostenta del iris los colores Sin el perfume que la rosa .

Grupos de soldados obedecían con prontitud mecánica las órdenes breves é imperiosas. Un perfume de botica, de drogas concentradas, se esparció por las habitaciones, mezclándose con el fuerte olor de los antisépticos que habían rociado las paredes para borrar los residuos de la orgía nocturna. Vió después mujeres vestidas de blanco, mocetonas de mirada azul y pelo de cáñamo.

Su curiosidad de mujer excitábase con el perfume del pecado; su severidad le hacía abominar de aquella juventud que se adoraba a espaldas de la religión. Maltrana no sabía qué decir. La tristeza creaba un gran vacío en su pensamiento. Además, le cohibían tantas miradas fijas en él. Era un martirio permanecer ante Feli sin poder cogerla la mano, atemorizado por los ojos hostiles de la monja.

Así es que en los hogares se guisa con cierto producto animal, que no sólo da calor, sino perfume, salvando por el aire una o dos leguas de distancia, de suerte que las poblaciones se huelen mucho antes de llegar a ellas, y aun de columbrarse en el horizonte sus campanarios.

Recortaban cruelmente sus tiernos rabos mientras hablaban con los compradores, o aprisionaban sus finos tallos con el hilo, sin que les enterneciera el perfume que en son de protesta les arrojaban al rostro. Un mosaico deslumbrador se extendía sobre las mesas.

Parecíale que aún quedaba en aquella suavidad algo del calor de los hombros desnudos; creía estar envuelto en la piel de Leonora, y el perfume de su cuerpo, que sentía junto a él, aumentaba esta ilusión. Rafael, con voz entrecortada, contestaba a sus preguntas. Lo que usted ha hecho decía la artista merece honda gratitud. Es un arranque caballeresco digno de otros tiempos.

Seguramente conoce usted dijo sonriendo Delaberge, aquel dicho de su país: «Los enamorados llevan sobre una planta cuyo perfume embalsama los caminos por donde pasan». Cuando mi primera visita, este perfume embalsamaba Rosalinda entera, y al regresar a Val-Clavin, acompañado del señor Princetot, adiviné que llevaba consigo la planta y que florecía por usted.

El grande hombre vaciló un momento, atolondrado por la onda de carne femenil que caía sobre él, por el perfume incitante que le envolvía, por los labios suaves que buscaban los suyos, enredando la barba en los dientes de láctea blancura. Pero fué la debilidad de un instante, que pasó como una ráfaga.