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No vus perdáis, muchachos volvió a decir el otro, sin soltar de la boca sucia el caramelo largo. ¡Que le achuche, que le achuchegraznaron varios, arremolinándose. El Majito y Colilla, que así se llamaba el del carbonero, se sacudieron el primer golpe en los hombros. «¡Leña! ¡Atiza!». A los primeros golpes cayó a tierra el ros.

No vus perdáis, muchachos; no vus perdáis dijo en tono conciliador el del herrero, interponiéndose. Ponte atrás, ¡coles! gritó el Majito . ¡Qué coles! Si no te pones atrás, verás... Que no me da la gana, hombre... Achúchale, achúchale dijeron algunos que querían ver reñir al Majito con el hijo del carbonero.

Si es favor, Cuando á besaros la mano Vengo, que el guante perdáis... ¿Qué decis? ¿No me le dais? Tomad. Para ser tan vano, ¿Os turbáis? ¿Qué os embaraza? El guante. Este es sombrero, Y yo de vos no le quiero Sin la cabeza.

El dependiente es honrado segun os parece, tiene grandes compromisos por vuestra causa, y sobre todo es entusiasta de ciertos principios, y los sustenta con mucho acaloramiento. A pesar de todo, será bueno que no perdais de vista el negocio.

Que tenéis que ser esta tarde estrella. Me nublo. El autor de la compañía os obligará. No puede. Estáis anunciada, y el corregidor os meterá en la cárcel. Si me encuentra. ¡Ah! ¡os perdéis! Me he perdido ya. ¡Mirad no perdáis á alguien! Una vez perdida yo, que se pierda el universo. Traigo un azumbre dijo el tabernero poniendo sobre la mesa un enorme jarro vidriado y dos vasos.

Los náufragos comenzaron otra vez el fuego, para obligar a los saurios a volverse al río; pero los terribles anfibios parecían dispuestos a renovar su acometida. No perdáis golpe decía el Capitán . Si podemos resistir siquiera diez minutos, la chalupa dejará el banco. Ya está todo él cubierto de agua dijo Cornelio . La marea sube rápidamente.

35 No perdáis pues esta vuestra confianza, que tiene grande remuneración de galardón; 36 porque la paciencia os es necesaria, para que, habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. 37 Porque aún, un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará. 38 Mas el justo vivirá por la fe; mas el que se retirare, no agradará a mi alma.

Su destino fue decidido durante el camino, mientras él cazaba moscas al lado del cochero. Mi querido cliente decía el doctor al millonario, es preciso que no perdáis nunca de vista a ese muchacho. Comprendo que le hayáis arrojado de vuestra casa, porque, a decir verdad, su trato no debe ser muy agradable; pero no debisteis alejarle tanto, ni pasar tanto tiempo sin procuraros noticias de él.

Pero abreviemos, estoy en ascuas... quiero verme fuera de aquí cuanto antes. ¿Te negarás ahora á seguirme? No, no, señor... pero no tengo manto... me he dejado arriba en mi aposento, en mi cofre las joyas que vuecencia me dió... Nos espera una silla de manos muy cerca... en cuanto á las joyas no importa... vamos. ¡Ah, señor...! ¡voy á seguiros...! ¡no lo que me sucede! ¡pero no me perdáis...!

Soy enteramente vuestro, señora. Pues no perdáis tiempo. Guarde Dios á vuecencia. Adiós. Santos salió embriagado, fascinado, loco, porque la condesa, sin concederle nada, sin dar lugar á ninguna suposición de parte de Santos, había sido con él una gran coqueta.