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Mas, ¿no lo había dejado ya profanar? ¿No quería escuchar la voz del perdón, no tenía necesidad de que la muerta le perdonase?... Para sostener la acusación contra Zakunine le era menester explicar que éste había estado celoso de él y había creído fundados sus celos. Eso no era posible. ¿Qué hacer? «Perdonaseguía diciendo la voz.

Luego repartía entre todos los amigos unos papelitos impresos o memorias con oraciones, donde se pedía al Supremo Hacedor con palabras encarecidas y melosas que por tal o cual mérito que resplandeció en su sagrada pasión perdonase al conde de T * o a la baronesa de M * el pecado de soberbia o de avaricia, etc.

El diablo, harto de carne... Regalaban a las traperas una sábana por año, y arroz y castañas por Navidad; pero las obligaban a oír la explicación de la Doctrina dos veces por semana. En Carnaval había gran reunión, para pedir al Señor que perdonase las locuras del mundo, y comenzaba la fatigosa época de la Cuaresma. Las que faltaban a estas grandes solemnidades perdían la sábana.

Era necesario redimirle, ayudarle a toda costa. «Y que perdonase don Víctor Quintanar, incapaz de ser escéptico, frío y prosaico por fuera, romántico y dulzón por dentro». Cuando subían la escalera, Paco Vegallana, el muchacho de más partido entre las mozas del ídem, estaba resuelto: 1.º A favorecer en cuanto pudiese los amores, que él daba por seguros, de la Regenta y Mesía.

Señores, les respondió, líbreme Dios de robar en mi vida á vuestra hermosa Misuf, que es antojadiza en demasía; y á ese Cletofis no le he asesinado, sino que me he defendido de él, porque me queria matar, por haberle rendidamente suplicado que perdonase á la hermosa Misuf, á quien daba desaforados golpes.

Y preguntándole ella a qué era ido a su casa tan a deshora y con tal estrépito de aldabadas, y tal y tan pavoroso acompañamiento de alguaciles, él, oyendo su voz, que era meliflua y clara y sonora, figurósele que se había bajado del cielo a la tierra un ángel, y disculpose, y disculpó a la Inquisición, diciendo que de puerta se había engañado, y que no era allí donde él iba, sino a casa de un cierto rapista que en la vecindad vivía, y que el diablo sin duda, por amparar al susodicho, había hecho que él y sus alguaciles creyesen barbería la que era noble casa de viejo solar; y rogándola encarecidamente le perdonase, besola las manos y pidiola licencia para irse.

Vistióse don Juan los vestidos de camino que allí había traído la gitana; volviéronse las prisiones y cadenas de hierro en libertad y cadenas de oro; la tristeza de los gitanos presos, en alegría, pues otro día los dieron en fiado. Recibió el tío del muerto la promesa de dos mil ducados, que le hicieron porque bajase de la querella y perdonase a don Juan.

El señor Manolo podía interceder por ellos; él conseguiría que su hermano les perdonase.

Antes de morir me confió para usted un mensaje: que le perdonase por no haberse casado, que la había querido siempre y que moría en el amor a usted. Estas fueron sus últimas palabras. Unos instantes de estupor. Felicita quedó como congelada, yerta. Perdió voluntad y continencia.

Preso, delante dél se determina De un árbol le colgar; apiadados Los que con él están, de aquella ruina, Y de aquellos negocios mal guiados, Rogaron á Garay le perdonase, Y vivo por entonces le dejase. La vida le concede muy rogado, Aunque muerte civil allí le diera, Habiéndole de boca deshonrado Que mucho mas, decia, lo sintiera Que haberle dado muerte y ahorcado.