United States or Jersey ? Vote for the TOP Country of the Week !


¡Cuidado! no te vayas a enamorar de ella... Ya lo estoy. Ven, ven, la veremos más de cerca. Si podemos aproximarnos, porque hay mucha gente en torno suyo. Toda la multitud se expresaba en idéntica forma, y Arturo, a su vez, lo oía todo. Las mujeres, al ver el aire modesto de Judit, le perdonaban que fuese tan bella; y los hombres, contemplando con envidia a Arturo, se decían: ¡Feliz él!

Las señoritas y las matronas no se lo perdonaban, pero el lindo mulato, sin importársele mucho de las críticas que le hacían por todos los centros del salón, tomó de la cintura a su linda compañera y acometió un scottish de paso doble que en aquel momento comenzaban a rascarlo cuatro violines de la orquesta y un figle solitario y pifión que se quejaba entre los labios de un viejo músico panzón y dormido, representante de la música de viento.

Odiado por sus enemigos, lo era también por los mismos á quienes gobernaba y defendía, pues aparte de su dureza y despotismo no le perdonaban los azotes y las torturas con que les había obligado á pagar su propio rescate, las dos veces que los ingleses lo habían hecho prisionero. Su residencia era una sombría fortaleza de sólidas murallas y con alta torre almenada en su centro.

Así que, por más que se desbarataban en elogios del capitán delante de las amigas, haciendo resaltar sus prendas físicas, prestándole un corazón grande y heroico, certificando de su riqueza como si se la administrasen y hablando vagamente de ciertas influencias que le pondrían más tarde o más temprano en la bocamanga los entorchados de general, lo cierto es que no le perdonaban ni le perdonaron jamás su delito cronológico.

Esta fiesta le ha resultado mejor que la otra. Maltrana se indignó. ¿Creía acaso que sus amigos eran unos bárbaros?... La pelea general del otro día había sido algo inesperado. Las gentes iban conociéndose mejor; el trato amansa a las fieras. Eran ya como hermanos y se perdonaban las injurias. Un insulto se olvidaba ante una nueva botella.

Las personas de su intimidad, sabedoras del fundamento que esto tenía, eran parcas en adjetivos duros al hablar de los curas malos, y en cambio no perdonaban ocasión de elogiar a cualquier capellán que se distinguiera por cosa buena, sin que con esto lograran tampoco que don José dijese de un modo claro su parecer sobre la gente de sotana.

Se formó entre ambas una amistad delicada, estrecha, y sin embargo llena, en muchos puntos, de reserva. Ni la una ni la otra llegaban a la confidencia. Y mutuamente se perdonaban y hasta se agradecían esta reserva.

No se perdonaban gastos ni trabajo por dar á las decoraciones y maquinaria todo el brillo posible . Créese que cuando la representación se hacía al aire libre, se empleaba al efecto un teatro portátil, arrastrado por ruedas .

Era su costumbre comer en pie para mejor atender á las necesidades de los otros. Al dar comienzo á la cena llamaron á la puerta. Era Celso, el impetuoso guerrero de Canzana. Se le acogió con agrado. Todos amaban á aquel joven valiente y leal y le perdonaban de buen grado el corto apego que tenía á su tierra.

Tengo la seguridad, pues, de que Goethe se hubiera paseado los domingos por Recoletos. Yo creo que ha hecho muy bien en vivir en la corte de Weimar donde tales flaquezas se perdonaban fácilmente. Y para terminar con el paseo de Recoletos. Ahora en la estación primaveral queda cubierto por una bóveda de follaje que le presta frescura y belleza.