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Perdióse también la Capitana del Papa con su General, el señor Flaminio Ursino, el cual fué vendido por 150 cupros, que son tres escudos, estando herido. Murió de ahí á cuarenta días. Se perdieron asimismo la Capitana de Terranova y la Capitana de Monacho, todas, como Dios sabe, ruinmente, con gran número de Capitanes y de soldados y gentiles-hombres particulares.

En Cabo de Palos estuvimos todo el mes de hebrero sin poder pasar adelante por los malos tiempos. Aquí se perdió la nave Imperial, remolcándola las galeras de una parte á otra. Salvóse la gente della y repartiéronla por las otras naves. Ahogáronse dos sacando el artillería de batir que traía. Perdióse harta pólvora, balas y cuerda y muy muchas vituallas.

El despertar de una mujer honrada y altiva que sucumbe al impulso funesto de una pasión prohibida es un desolador despertar, pero si raras veces sucede que no se arrepiente de su falta, es todavía más raro que no persevere en ella, porque en primer lugar la caída es tan honda que hácese imposible remontar la pendiente, luego porque ya, el error cometido, perdióse todo, menos el amor; el amor es el único que sobrevive, lo único que resta, y al amor es necesario asirse, como la última tabla que sobrenada en el mar de aquel moral naufragio.

»Perdióse, en fin, la Goleta; perdióse el fuerte, sobre las cuales plazas hubo de soldados turcos, pagados, setenta y cinco mil, y de moros, y alárabes de toda la Africa, más de cuatrocientos mil, acompañado este tan gran número de gente con tantas municiones y pertrechos de guerra, y con tantos gastadores, que con las manos y a puñados de tierra pudieran cubrir la Goleta y el fuerte.

»Perdióse también el fuerte; pero fuéronle ganando los turcos palmo a palmo, porque los soldados que lo defendían pelearon tan valerosa y fuertemente, que pasaron de veinte y cinco mil enemigos los que mataron en veinte y dos asaltos generales que les dieron.

El Mosco abrió la bolsa y sacó el hurón. La bicha llevaba al cuello un cascabelillo de sonido débil, y en una pata el cordel que la obligaba a volver a su amo. Perdiose el sutil cascabeleo bajo tierra. El señor Manolo seguía con interés la operación, puesto a gatas al lado de su hermano. Maltrana, tendido de espaldas, miraba las estrellas, el cielo de obscuro azul escarchado de polvo luminoso.

Perdióse primero la Goleta, tenida hasta entonces por inexpugnable; y no se perdió por culpa de sus defensores, los cuales hicieron en su defensa todo aquello que debían y podían, sino porque la experiencia mostró la facilidad con que se podían levantar trincheas en aquella desierta arena, porque a dos palmos se hallaba agua, y los turcos no la hallaron a dos varas; y así, con muchos sacos de arena levantaron las trincheas tan altas que sobrepujaban las murallas de la fuerza; y, tirándoles a caballero, ninguno podía parar, ni asistir a la defensa.

El resto de la frase perdiose entre las mantas. Amargo fue el despertar del joven hidalgo.

Luego se deslizó veloz y silenciosamente por la gran escalera y perdiose de vista.

Perdióse luego la costumbre de asistir el cabildo Catedral á las fiestas de toros, que siguieron frecuentando las demás autoridades, y la verdad que fué gran lástima, pues si hoy siguiera se evitaría que los eclesiásticos tuviesen que ir recatándose, como lo hace el que gusta de esta diversión.