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¡El tormento que sufrió el espada en los primeros momentos de la comida!... Intimidábale el lujo grave y señorial de aquel comedor, en el que parecían perdidos la dama y él, sentados frente a frente en mitad de la gran mesa, junto a enormes candelabros de plata con bujías de luz eléctrica y pantallas rosa.

El elemento devoto era todo el pueblo en llegando el mal tiempo, y hasta los socios de Viernes santo, unos perdidos que se juntaban durante la Semana de Pasión a comer de carne en la fonda, hasta esos acudían al templo, si bien a criticar a los predicadores y mirar a las muchachas.

Se sabe de montañeses que, caídos en el fondo de las grietas, molidos, ensangrentados, perdidos en la obscuridad, han conservado su valor y la resolución de ver de nuevo la luz del día.

En medio de la vasta extensión blanca, aquellos paseantes parecían perdidos, absurdos, quiméricos; no me explicaba cómo una raza compuesta de semejantes pigmeos había podido llevar á cabo las grandes cosas de la historia y realizar, de progreso en progreso, lo que hoy se llama la civilización, promesa de un futuro estado de bienestar y libertad.

Nuestra religiosidad y nuestro amor y fidelidad a los reyes nos han traído tan perdidos y tan atrasados. En cambio, según el mismo Buckle, en Escocia ha habido y hay gran prosperidad y progreso. Allí, aunque también tienen la desgracia de ser sobrado religiosos, han tenido la fortuna y la excelente cualidad de ser muy desleales a sus soberanos.

Mis manos han tropezado con un hacha, clavada aún en la madera. Y ¿quién puede haber sido ese criminal? El salvaje, señor. ¡Ah, miserable! gritó Van-Stael . ; ahora comprendo: aquel infame, después de haber roto las cadenas de las anclas, abrió esta vía para impedirnos huir. ¿Y es muy ancha? Las olas deben haberla agrandado, porque tiene como pie y medio. ¡Estamos, pues, perdidos!

Había acabado por sentarse á otra mesa, con la vaga esperanza de que se acordase también de ella la suerte; pero los murmullos que venían del «treinta y cuarenta» anunciando nuevas victorias la ponían nerviosa, atribuyendo á esto la pérdida de varias piezas de veinte francos. Cuando vió perdidos doscientos, su irritación necesitó desahogarse en alguien.

Llorando mi desgracia, recordando mis muchos merecimientos, teniendo los galardones atrasados, doliéndome de los golpes futuros y despidiéndome en mente no sólo de vos, sino de aquellos cautivos cien ducados, tan llorados como perdidos, resolví volverme para España y buscar partido en esas aventuras de las Indias.

12 Entonces los hijos de Israel hablaron a Moisés, diciendo: He aquí nosotros somos muertos, perdidos somos, todos nosotros somos perdidos. 13 Cualquiera que se acercare, el que viniere al tabernáculo del SE

¡A que no fuerzas, hambre detestada Del oro, que los ánimos perdidos Tras llevas con