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Yo sabía que la Nina se arrimaba a la puerta de San Sebastián, por pescar algún ochavo... La necesidad es terrible consejera. ¡Cuando la pobre Nina lo hacía!... Pero yo no supe hasta hoy que anda emparejada con un moro ciego, y que de ahí le viene su perdición. ¿Está usted seguro de lo que dice? Lo he visto. A mamá no he querido decirle nada, porque no se disguste; pero... ya estoy al tanto.

Su perdicion el pobre conocida, Hablándoles está de esta manera: "Muy bien sabeis, amigos, por la vida Se ha de aventurar cosa cualquiera: Salid, porque pasada esta corrida, Y vuelto yo á me ver en talanquera, Yo os juro que de aquestas opresiones Muy largo vengareis los corazones. Salieron, que el salir era forzado: Los alcaldes los prenden.

Ambas se juntaban siempre que podían, trabajaban en el mismo bastidor y comían en el propio plato, formando pareja indisoluble en las horas de recreo. La procedencia de Felisa era muy distinta de la de su amiguita. No había pertenecido al teatro más que de una manera indirecta, por ser doncella de una actriz famosa, y en el teatro tuvo también su perdición.

Mas sin duda debe de ser que como friega plata, y no loza, la dan el nombre de ilustre. Pero, dejando esto aparte, dime, Tomás: ¿en qué estado están tus esperanzas? En el de perdición respondió Tomás ; porque en todos estos días que has estado preso nunca la he podido hablar una palabra.

Una vez, cuando yo no había perdido enteramente la voluntad, decidí dejar de verla, huir de Buenos Aires. Porque sentí que esta muchacha sería mi perdición. Compré pasajes para Europa. Pero recibí una carta suya.

Con dos mil pesos de dote es vergonzoso ponerse tan maja siguió diciendo una de las solteronas en un devoto susurro. respondió la otra, así es como se llega insensiblemente a la perdición... Esa chica de los Dumais tiene la simiente de las malas personas. Hice un esfuerzo para no oír más y hasta tosí con furor. Las habladoras siguieron impertérritas.

Ese demonio de Cuadros te arrastra a la perdición.... No le defiendas, no intentes justificarte. Ahora te va muy bien para que pueda convencerte; pero al freír será el reír. Y el viejo le volvía la espalda, con la confianza de que los hechos vendrían en apoyo de sus pronósticos. Únicamente en su casa encontraba Juanito aplauso y consideración.

Su hermano y ella han corrido a la perdición: él ha llegado, ella llegará. Distintos medios ha empleado cada uno: él ha ido con trote de bestia, ella con vuelo de pájaro; pero de todos modos y por todas partes se puede ir a la perdición, lo mismo por el suelo polvoroso que por el firmamento azul».

Pero, calmándose inmediatamente y comunicando a sus palabras un tono dulce y persuasivo, añadió: Lo que el cielo confía al hombre al nacer nadie puede revelarlo más que la religión, y ésta nos dice que el hombre cifra no pocas veces su honor en lo que debiera considerar como su ruina y perdición... Generalmente, lo que el mundo más aprecia y apetece va contra la ley de Dios.

Cuanto más horroroso le parecía el pecado de pensar en don Álvaro, más placer encontraba en él. Ya no dudaba que aquel hombre representaba para ella la perdición, pero tampoco que estaba enamorada de él cuanto en ella había de mundano, carnal, frágil y perecedero.