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Las sustancias inanimadas, aunque presentes, no perciben nada; y una sustancia viviente no es capaz de percepcion sino en el lugar donde está presente, ya lo esté á las cosas mismas como Dios á todo el universo, ya á las imágenes de las cosas, como el alma en su sensorio.

La mesa continúa en el mismo silencio. Cada cual lleva los manjares á la boca y los traga cual si desempeñase una tarea grave y solemne. El choque de los platos y copas y los pasos del criado son los únicos ruidos que á menudo se perciben en el espacioso comedor.

Entonces Azorín, que sabe que los músculos son los primeros en morir y que cuando ha muerto el corazón y han muerto los pulmones todavía los sentidos perciben en aterradora inmovilidad; entonces Azorín se ha inclinado sobre Verdú y ha pronunciado con voz lenta y sonora: ¡Maestro, maestro; si me oyes aún, yo te deseo la paz!

Miles de carneros llamados por los pastores y hostigados por los perros, cuyo galopar confuso y alentar jadeante se perciben, amontónanse con prisa, medrosos e indisciplinados, hacia los apriscos.

Nuestro individuo no existia hace poco, y la verdad existia; cuando nosotros hayamos desaparecido, la verdad continuará la misma, sin haber perdido nada. 5.º Hay ciertas verdades necesarias que todos los hombres perciben sin haberse convenido, ni podido convenir; luego todas las inteligencias individuales beben en algun manantial comun, luego existe la razon universal.

La espectoracion mitiga la tos, y es blanquecina y muy acuosa; cuando hay tos seca, es provocada por un arañamiento en los bronquios. Se perciben ciertos ruidos anormales en el acto de la respiracion, entre otros, el chirrido y el zurrido metálico.

Dos sugetos oyen una sonata, ambos perciben igualmente la música material; mas no experimentan los mismos efectos intelectuales y morales.

Entre lo que importe este abono y el sueldo señalado, es seguro no se grave al tesoro público de ningun modo, pues reunidas ambas asignaciones, no llegan ni con mucho en las mas de las provincias á lo que hoy perciben de haber los alcaldes mayores y correjidores que no administran justicia, porque por mas buenos deseos que se les suponga, su ignorancia en las fórmulas judiciales y sus ocupaciones mercantiles no se lo permiten.

El autor, por cierto admirable prosista cuyo nombre ha sido olvidado injustamente en las historias de nuestra literatura, que con más claridad y energía supo expresar esta hostilidad al desnudo, aunque exagerando como era natural sus peligros, fue el carmelita Fray José de Jesús María. «El sentido de la vista dice es más eficaz que el del oído, y sus objetos arrebatan el animo con mayor violencia; y así es más vehemente la moción que despierta la deshonestidad con las pinturas lascivas, que con las palabras; y tienen menos reparo las especies y memorias que entran por los ojos que las que se perciben por los oídos; porque las palabras pintan una cosa ausente o ya pasada, pero las pinturas la figuran presente... Y así los pintores cuando hacen figuras fabulosas y lascivas cooperan con el demonio, granjeándole tributarios y aumentando el reino del infierno.

La «raza española», algo positivo cuya realidad perciben todos en el idioma y las costumbres apenas ponen el pie en América, sólo existe y merece recuerdo cuando hay que anatematizar lo malo del pasado. La gloria se la lleva la «raza latina» que nadie sabe qué es y en qué consiste.