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Algo alarmado, parose pensando en el aguardiente que había escondido prudentemente. Esto no suena a aguardiente dijo el jugador. Sin embargo, hasta que a través del temporal vio la fogata y en torno de ella el grupo, no se convenció de que todo ello era una broma de buen género.

Don Pompeyo sentía escalofríos. ¡Qué degradación! Meditaba y veía dos Orgaz hijo sobre la mesa. Me han embriagado con sus herejías... quiero decir... con sus blasfemias... dijo al Marquesito, que callaba, pensando que todo aquello era muy soso sin mujeres. Joaquín gritó: Allá va una a la salud de don Pompeyo. Y comenzó una copla impía y brutal alusiva a una sagrada imagen.

Una vez viene al real de una tropa del interior, el patrón propone comprarle un caballo de tal pelo extraordinario, de tal figura, de tales prendas, con una estrella blanca en la paleta. El gaucho se recoge, medita un momento, y después de un rato de silencio, contesta: «No hay actualmente caballo así.» ¿Qué ha estado pensando el gaucho?

En este tiempo estaba gran riqueza De barras en la playa, y por el llano La gente acude luego con presteza, Y viendo que surgia el Luterano, Sacaron fuerzas, todos, de flaqueza, Pensando de probar allí la mano: Los hombres con las armas acudieron, Las mugeres tambien allí salieron.

Pienso en el mundo como un marino piensa en el mar cuando se ve en su casa; después de un viaje de continuos temporales. , quédese usted dijo Rafael. No puede usted figurarse el miedo que he pasado en Madrid, pensando si la encontraría o no al volver.

La Naturaleza está llena de abismos que la mirada más escrutadora jamás alcanzará a sondear. »Todo el día había estado pensando en la dicha que les tenía preparada, lo mismo que el niño que guarda una sorpresa para una persona a quien ama y que siempre está a punto de revelar el secreto. Temiendo descubrir el mío a Magdalena, dejé a ésta en el salón y descendí al jardín.

Semejante disposición huele a feminismo dijo la abuela pensando todavía en la conversación del cura con la de Ribert. ¡El feminismo!... ¡El feminismo en Aiglemont! exclamó con horror el Señor Boulmet.

Tiene usted muchísima razón. Lo primero es fijarse en lo que se tiene delante y no andar pensando en musarañas. Y si no, aplique usted el cuento a don Máximo.

Apretó el paso pensando que Fortunata no debía de andar muy a prisa y que la alcanzaría pronto. «¿Será aquella?». Creyó ver la toquilla azul; pero al acercarse notó que no era la nube de su cielo. Cuando veía una mujer que pudiera ser ella, acortaba el paso por no aproximarse demasiado, pues acercándose mucho no eran tan misteriosos los encantos del seguimiento.

Supongamos realizado un número con todas las especies posibles, con todos los individuos posibles, nosotros podemos reflexionar sobre el concepto del número infinito, y decir: para la verdadera infinidad del número se necesita absoluta carencia de todo límite; ahora bien, pensando en el conjunto de cosas que existen, le hallamos un límite, porque concibiendo aquel conjunto de unidades en general, le podemos añadir otro número que exprese las nuevas modificaciones que puedan sobrevenir.