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Protestó don Marcos contra este deseo irreverente de acortar las ceremonias. Era preciso: estaban allí para un asunto muy grave. Una pieza de cinco francos brillaba un su mano. ¡Lo que le había costado adquirirla! De todas sus gestiones en la mañana, ésta había sido la más larga y penosa. La moneda estaba oculta, á causa de la guerra.

Después de haber gemido largo tiempo bajo el peso de tan odiosas violencias, ¿quién no querría abreviar la penosa carga de la vida, si esta alegría dependiese al menos de nosotros? Pero el Cielo y los hombres están conformes en prohibírnosla y no nos libertamos de nuestros días más que para volver a comenzar nuestro dolor.

Resumiendo, una sociedad culta, inteligente, instruida y característica. He dicho antes que Colombia se ha refugiado en las alturas, huyendo de la penosa vida de las costas, indemnizándose, por una cultura intelectual incomparable, de la falta completa de progresos materiales.

Y sin buscar ejemplo tan ilustre, el rey absoluto de España tuvo que tratar de potencia á potencia con el Tempranillo, con los Botijas y con otros bandoleros, porque no pudo vencerlos con las armas. Como quiera que sea, la situación en Cuba del general en jefe es harto penosa.

Si se piensa que Chile no tiene inmigración que trabaje, mientras sus hijos se baten, se comprenderá la penosa situación de la agricultura y de la minería, los dos principales ramos de la industria chilena.

No perdió tiempo Ferreiro, y acto seguido encaminóse al lugar en que le habían dicho que se encontraba el "mayor general", exponiéndole su penosa situación al hallarse sin los mulos y rogándole que se los devolviera, pues ellos eran el producto de muchos años de trabajos y privaciones.

Esa Francisca desea demasiado casarse y ese deseo es chocante en una señorita... ¡Bah! váyase por las que no lo desean bastante dijo Genoveva. Hay en esto un buen sistema de compensaciones... La de Ribert no respondió, pero su cara expresaba una penosa ansiedad.

De estas entrevistas salía Desnoyers malhumorado y sombrío. Sospecho que estamos en una situación falsa dijo una mañana á Argensola ; la vida va á sernos cada vez más penosa. Es difícil permanecer tranquilo, siguiendo la misma existencia de antes, en medio de un pueblo que se bate. El compañero creía lo mismo.

No empeoraba, porque ya no podía estar peor, y su vivir, más que vida, era agonía lenta, no muy penosa, amargándola solamente unas crisis de tos que traían a la garganta las flemas del pulmón deshecho, amenazando ahogar a la enferma. Estaba allí la vida como el resto de llama en el pábilo consumido casi: el menor movimiento, un poco de aire, bastan para extinguirlo del todo.

Las amigas seguían envidiándole el «rey de las praderas» y encontraban muy interesante su matrimonio. ¿Era prudente, después de esto, abandonar á su buen mozo, para que lo agarrase otra mujer?... La vida en intimidad resultaba triste y penosa. El recuerdo de aquella noche se interponía entre los dos.