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Llevaba un traje de seda, azul y blanco, con una rica piel sobre los hombros y un penacho de plumas de garza real en la cumbre del amplio sombrero. El saco de mano negro que la acompañaba en su viaje había sido sustituído por un bolso de oro de una riqueza aparatosa: oro australiano, de un tono verde, semejante á la pátina de los bronces florentinos.

Carmen sólo consintió en dejarse poner un estrafalario adorno, un penacho triple, que allá cuando se estrenó se llamaba Las tres potencias. Tocóle a Nucha la probatura de las mantillas de blonda. A todo esto la tarde caía, y en el telarañoso recinto del desván se veía muy poco.

Las olas, de larga pendiente, silenciosas, dormidas, uniformes, sin el más leve penacho blanco, no eran de gran altura, sin embargo el trasatlántico saltaba al encontrarse con ellas, elevándose a ambos lados de su proa dos surtidores de espuma.

La casa, hasta entónces triste, de Jucef ardió en saraos, en zambras y en regocijos, y entre el giro acompasado de indolentes bayaderas, resonó sentido y largo, como el suspiro del viento de la palma en el penacho, al compás de guzlas de oro, el melancólico canto del desierto, que suspira el beduino cansado, que sigue á la caravana en sus amores soñando.

Aquel verdadero espantajo se quitó de encima la piel de kanguro que le cubría las espaldas y parte de la lanuda cabeza, y empuñando con cómico ademán una especie de venablo, con la punta de hueso y adornado de un penacho de plumas, se adelantó hacia los pescadores, deteniéndose a diez pasos de ellos.

Presentóse el postrero Zadig, y con mucho donayre sacó de los estribos á quatro ginetes uno en pos de otro; con esto empezó la lid entre Zadig y Otames. Este traía armas de azul y oro con un penacho de lo mismo; las de Zadig eran blancas.

Pero de pronto uno de aquellos hombres, un bromista, creo que era un alemán, queriendo que la fiesta fuese completa, aproximó una mecha encendida al penacho de estopa que se balanceaba con gracia sobre la frente de Grano de Sal...

Habíanle armado pues de piés á cabeza: llevaba unas armas de oro con esmaltes verdes, un penacho verde, y la lanza colgada con cintas verdes. Por el modo de gobernar Itobad su caballo, se echó luego de ver que no habia destinado el cetro de Babilonia á un hombre como él el cielo.

Inmediatamente salió el barón de Morel de su tienda y se dirigió al galope hacia el balconcillo regio, ante el cual detuvo súbitamente al fogoso corcel con tal fuerza que lo hizo retroceder y alzarse de manos, á tiempo que el jinete saludaba profundamente. Llevaba el barón brillante armadura blanca, escudo blasonado y yelmo con largo y airoso penacho de plumas también blancas.

Algún tiempo se distinguió la cara de Lucía, sofocada y bañada en llanto, y su pañuelo que se agitaba, y oyose su voz diciendo: Adiós, papá..., padre Urtazu, adiós, adiós.... Rosario.... Carmen..., abur.... Al fin se perdió todo en la distancia, la escamosa sierpe del tren revelose a lo lejos por una mancha obscura, luego por desmadejado penacho de turbio vapor, que presto se disipó también en el ambiente.