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Los campos estaban perdidos; había allí mucho que hacer; pero ¡cuando se tiene buena voluntad!... Y desperezándose, este hombretón recio, musculoso, de espaldas de gigante, redonda cabeza trasquilada y rostro bondadoso sostenido por un grueso cuello de fraile, extendía sus poderosos brazos, habituados á levantar en vilo los sacos de harina y los pesados pellejos de la carretería.

Los nautas cartagineses bajaban hacia el Sur por las costas de África, trayendo, después de un periplo de varios años, colmillos de elefantes que suspendían de los templos, adornos vistosos, pellejos de hombres peludos y con rabo que debieron ser envolturas de grandes orangutanes.

Mas allá departen sobre el precio de los pellejos de vino algunos manchegos cosecheros, ó echan sus cuentas sobre la escasez de los trigos, á la puerta de un ventorrillo de esquina, entre uno y otro largo trago de Valdepeñas; con la manta amarillenta de lana burda recogida sobre un brazo, medio levantado por delante el fieltro de anchas alas, y dándole á la conversacion ese acento perezoso de los paisanos del inmortal Caballero de la triste figura.

Paula compró grandes partidas de vino y lo vendía al por mayor a los taberneros de Matalerejo; empezó bien el comercio gracias a su inteligencia, a su actividad. Ella trabajaba por los dos. Francisco era muy fantástico, según su mujer. Le gustaba contar sus hazañas, y hasta sus aventuras, esto en secreto, después de colocar unos cuantos pellejos de Toro, al beber en compañía del parroquiano.

En el escaparate, unos bustos de damas, hechos en cera, ofrecen un espectáculo horripilante; porque las damas están divididas en dos partes; la parte de la derecha muestra la vejez con todo su horror: arrugas, bolsas bajo los párpados, pellejos flotantes en la barbilla, tendones en el cuello, amarillez de la epidermis, cabellos blancos y pelos en la nariz y en las orejas. ¡Es la mujer antes del tratamiento de la Lenclos...! La parte izquierda es fresca, juvenil y apetitosa... ¡Nada de bolsas, sino cabellos de un rubio veneciano...! ¡Labios arqueados...! ¡Mejillas carnosas...! Sin embargo, estas cabezas causan la impresión de pertenecer a las malas pagadoras, que no saldaron el precio convenido de antemano y a las que dejaron a la mitad de su rejuvenecimiento.

Bien haya aquel tabernero de Corte, que se quita de esos cuidados y es cura de su vino, que le está bautizando en los pellejos y las tinajas, y a estas horas está hecho diluvio en pena, con su embudo en la mano, y antes de mil años espero verle jugar cañas por el nacimiento de algún príncipe. ¿Qué mucho dijo don Cleofás si es tabernero y puede emborrachar a la Fortuna?

Pasábanse los anteojos para ver los lobos marinos descansando en filas a lo largo de la isla y en torno a un faro. Algunos de estos animales parecían figuras yacentes sobre el pedestal de una roca. El sol de la tarde se reflejaba en sus húmedas envolturas, dándolas un reflejo de oro. Eran a modo de pellejos de aceite rematados por una cabeza de perro chato.

Pero los borrachos, que no por estarlo perdían la cautelosa prudencia, el saludable temor que inspira el cacique al labriego, se hacían los desentendidos, limitándose a berrear, a herir cazos y sartenes con más furia. Y en el centro del corro, al compás de los almireces y cacerolas, brincaban como locos los más tomados de la bebida, los verdaderos pellejos.

Recrudecióse la sorpresa con asomos de indignación, y hasta el mesurado diplomático contrajo sus pellejos de conejo, exclamando: ¡Imposible!... ¡Imposible!... Será alguna grande de provincia... Alguna indecente que nosotros no conocemos dijo Leopoldina Pastor. No, señor; es grande de la corte, y de la cepa... y me extraña no encontrarla aquí... ¿Aquí? gritó la duquesa irguiéndose amenazadora.

No puedes figurarte, Juan Claudio, el montón de huesos, pellejos de ratas y lebratos, la carroña que habían reunido en este nido aquellos animales. Era una verdadera inmundicia. Lo arrojé todo al Jaegerthal y vi el pasadizo cubierto. Se me olvidó decirte que me encontré dos crías; retorcíles el pescuezo y las metí en el saco.