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Si alguna circunstancia quedaba aún oscurecida, fuera del alcance de una amistad que aparte un secreto inmenso, no tenía ninguno, era porque Magdalena consideraba la explicación inútil o imprudente. Había entre nosotros un punto delicado, unas veces en la duda y otras en plena certeza, que, al igual que todas las verdades peligrosas, exigía no ser aclarado.

Noto que Vuestra Majestad tiene herida o lastimada una mano observó con fingido interés. , me puse a jugar con un perro faldero dije, resuelto a burlarme de él, y ya sabe Vuestra Alteza cuán falsos y traidores son. Se sonrió sarcásticamente y me miró con fijeza breves momentos. ¡Pero esas mordeduras son peligrosas! exclamó alarmada la Princesa. Nada temas, prima mía dije.

Eran humildes mochileros que, al llegar a San Roque o Algeciras, echábanse a cuestas tres arrobas de tabaco y emprendían el regreso a la tierra huyendo de los caminos, buscando las sendas más peligrosas, marchando de noche y ocultándose de día, a gatas por los riscos, imitando los hábitos de las bestias feroces, lamentando ser hombres y no poder seguir el borde de los abismos con la misma seguridad que las bestias.

Dejando a su madre lamentarse inútilmente o mecerse en peligrosas quimeras, puso sin tardar manos a la obra, apeló a sus relaciones, multiplicó los pasos, pidió poco para obtener algo, y, después de tribulaciones, decepciones y penas que hubieran desanimado a un alma menos valiente, fue nombrada para ese humilde puesto objeto de su ambición. ¡Era la salvación!

De aquel pueblo al de San Narciso empleamos todo el día catorce, bien es verdad que dedicamos la mañana á la caza del carabao cimarrón. Para llegar á San Narciso hay que vadear un sinnúmero de veces el Dumalong, no siendo esto lo más malo, y el salvar las peligrosas fragosidades del monte de aquel nombre. No hay que soñar siquiera en hacer este trayecto á caballo, y en carabao ó en hamaca.

Lo que hay, muchacho, es que, por lo mismo que les quiero tanto, me preocupa su suerte y no puedo ver con tranquilidad cómo Antonio se mete de cabeza en tan peligrosas aventuras. ¡Ay, mi pobre tienda! Tiemblo al pensar que puede ser deshonrada para siempre. He oído decir que los marinos viejos sienten una pasión loca por el barco en que han pasado su vida. Lo mismo soy yo con Las Tres Rosas.

Evitando los inconvenientes de abandonarse demasiado á peligrosas adivinaciones, aprovechándose sólo de sus anteriores conocimientos, comparando lo extranjero con lo nacional y lo pasado con lo presente, llega á completar sus noticias parciales y á aclarar sus dudas.

La madre te adora y la madre es la protectora de esa criatura. ¡Oh! Fernanda me conoce desde muchacho: tenía veinticuatro años cuando yo tenía diez o doce, pero la hija... La hija es igual a la madre; ambas son mujeres de coraje y de avería, lindas como unas tórtolas y peligrosas como dos lobas.

No se asombre de ese desenvolvimiento rápido que, conociéndole a usted, imagino que ha de sorprenderle y acaso asustarle. Deje actuar fuerzas que tratándose de usted no tienen nada de peligrosas; hábleme para que le conozca, permítame verle tal cual es y a vez le diré a usted cuánto ha crecido.

Países desconocidos sirven de fondo a estas narraciones y las hacen más originales: las llanuras nevadas de Alaska, país misterioso del oro; las remotas islas del Pacifico, con sus costumbres pintorescas; la vida en el mar durante las travesías peligrosas y audaces.