United States or Uruguay ? Vote for the TOP Country of the Week !


Más tarde su carácter se hizo irónico. ¿Ustedes son peladas? preguntaba riendo a las hermanas. Y las amenazaba con arrancarles la toca. Un día sugirió a dos compañeras la curiosidad de saber si efectivamente eran las monjas peladas. En el vasto dormitorio común, separaba las camas de las colegialas un cortinado que les hacía como estrechas celdillas.

Entonces, cediendo a un violento impulso, Juan hace girar la llave; por la puerta, abierta de par en par, les llega de la ventana un rayo de luz ofuscadora. En el rostro de Gertrudis se pinta el desencanto. Tiene delante de ellos una pieza muy sencilla, amueblada como el despacho de un comerciante, con las paredes peladas y blancas.

PUDDING AL RON. Se cuece una cucharada de sémola en un cuarto de litro de leche, se separa del fuego y se agregan una docena de bizcochos tostados al horno, unas pasas de Corinto, una o más manzanas peladas y partidas a pedacitos; si hay melocotones se ponen también un par pelados y partidos como las manzanas.

ENVUELTAS DE PECHUGAS. Se pican pechugas de pollos asados, champiñons y trufas; se hace una pasta de hojaldre fino; se extiende bien con el rollo; se ponen en forma de pastelillos rellenos de picadillo, y se fríen en manteca muy caliente. MANZANAS FRITAS. Después de peladas las manzanas, se cortan a rodajas, aprovechando el redondo, sin el corazón, y se ponen con azúcar y coñac unas diez horas.

Ponte aquí, Nieves, y a este otro lado, Catana... Vamos, ¿qué hay que decir a esto?... No os fijéis en este primer término, que es árido y escabroso, como todo terreno de costa, sino en lo demás, en lo llano, que es la vega de Villavieja, verde aquí, parda allá, con sus caseríos salpicados, después alturas grises y alturas verdes, y sierras peladas y montes obscuros... ¿Veis una rayita blanca, allá lejos, que culebrea un ratito en el contorno de la vega y luego se pierde entre dos cerrillos?

Se había puesto excesivamente, monstruosamente gruesa; el pecho desbordaba del corsé; la cintura, salida de madre, invadía las caderas; los brazos, del codo al hombro, tenían más de muslos que de brazos; el cuello, corto, con un collar de grasa, que caía en blanda papada sobre el cuerpo del vestido, manchado por la transpiración y los polvos de arroz; la cara, mofletuda, colorada, reluciente; los ojos, enterrados en tanta gordura, lacrimosos, a la sombra de un flequillo postizo, que se encrespaba sobre las cejas peladas... Y encima del peinado pretencioso, una capota rosa, una capotita monísima... ¡Qué bajón tan grande había dado la señora de Esteven!

LICOR DE NARANJA. Se tienen durante ocho días las cortezas peladas de cuatro naranjas grandes en un litro de aguardiente de Holanda y un pedazo de vainilla. Después de estos días, con una copa de agua y una libra de azúcar pilón se hace almíbar; cuando está frío se mezcla con el aguardiente y se filtra.

PATATAS RELLENAS. Después de peladas las patatas se les hace un hoyo con un aparato a propósito; se rellena el hoyo con un picadillo; se rebozan en harina y huevo batido y se fríen en aceite muy caliente, hasta que estén doradas; se colocan en una cacerola y en el aceite que se han frito se echa cebolla picada y se dora la harina, poniendo, si se quiere, pimentón encarnado; se hacen hervir lentamente hasta que estén blandas.

ROSCÓN. Peladas y molidas medio kilo de almendras, se unen con otro medio de azúcar; se baten seis yemas y se van uniendo, echando también canela molida y limón rallado; se agregan las seis claras a punto de nieve, se envuelve bien, y en latas cubiertas de obleas se coloca el rosco, dejando en el centro un hueco, que se consigue poniendo un molde boca abajo en el centro, y formando el rosco alrededor, se mete al horno, y cuando está cocido, se baña con almíbar y clara de huevo, volviéndolo al horno unos dos minutos.

El doctor cedió de buen grado; entonces acercaron suavemente sus sillas al círculo luminoso de la lámpara, y ya no se oyó más que el silbido del viento de invierno que agitaba las peladas copas de los tilos y la voz monótona y velada del lector acompañada por el coro de invitados al velorio, que por momentos se elevaba hasta un sordo estruendo para extinguirse en seguida en un murmullo.