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Y se acercan los rugidos, los gritos son más intensos, y ya se ven las centellas que arrancan los cascos férreos de los duros pedernales en su escape turbulento. ¡Santo Allah! ¡si fuese ella! exclama Ataide partiendo como un rayo hácia el peligro, de ansiedad henchido el pecho, enardecido, magnífico, ardientes los ojos fieros, en el alma acariciando de una esperanza el misterio, y exclamando miéntras corre más veloz y más intrépido: ¡Ah, no! ¡que no sobrevengan los altivos caballeros, ni los monteros feroces, ni los irritados perros! ¡Yo solo, yo, con tu amparo Santo Allah, salvarla quiero!

No se detuvo Candido en Burdeos mas tiempo que el que le fué necesario para vender algunos pedernales del Dorado, y comprar una buena silla de posta de dos asientos, porque no podia ya vivir sin su filósofo Martin.

El "lago de betún" de Trinidad, que tiene milla y media de ancho, es quizá la más notable fuente natural del asfalto, pero el lago de Bermúdez, en el estado de Mónagas, que abarca una superficie de mil acres, va aproximándose al otro en importancia comercial. También se encuentra asfalto en la región de Pedernales, así como en las orillas del lago de Maracaibo.

También hay en muchos parajes minas de cristal de roca muy superior; éste se cría en el corazón de pedernales huecos de varios tamaños, y que en mi concepto crecen.

Hállase abundancia de barrilla, para hacer vidrio y jabon: abundancia de marmol colorado, con listas blancas, marmol negro, y alguno verde: mucha piedra de cal, y algunas peñas grandes de pedernales de escopeta, blancos y colorados, con algunos espejuelos dentro como diamantes: mucha piedra de amolar, y otra amarilla que parece vitriolo.

En presencia de aquel nuevo espectáculo y con la llanura del Puerto a la espalda, ya no era yo la estatua de granito con sangre de líquidos pedernales: la contemplación de aquel laberinto de sierras bravías, de cuetos escarpados y de picachos inaccesibles; de ásperos y sombríos repliegues, de pavorosas quebradas y de abruptos peñascales, transportó súbitamente mis imaginaciones a los entusiasmos «arqueológicos» de mi padre: allí me sentí contaminado de ellos; allí concebí al cántabro de sus himnos en toda su bárbara grandeza, hasta vestido de pieles y bebiendo sangre de caballo; y aun llegué a verle: le vi, , resucitado en carne y hueso, en la carne y en los huesos de mi propio espolique.

Como se ve las sombras del crepúsculo descender velozmente por las montañas ennegreciendo el valle, así bajaron sombríos y rápidos los guerreros de Villoria. Los clavos de sus zapatos chocando con los pedernales despedían luces fatídicas. Fiero y erguido marchaba á su frente el intrépido Nolo.

Por respeto a , pues a mis dos acompañantes igual les daba el día que las tinieblas para caminar a pie seguro por aquellas escabrosidades, conservaba Chisco, que nos precedía, el farol encendido en la mano; pero hubiera jurado yo que más que la luz del farol del espolique, me alumbraban las chispas que sacaban de los pedernales del suelo las herraduras del tordillo de don Sabas; el cual don Sabas hacía los imposibles por entretenerme y hasta divertirme durante el paso de aquella negra, áspera e interminable senda; pero ¡ay! sin conseguir su noble y generoso empeño.

Y tomando un par de pedreñales ó pistoletes que estaban colgados de la pared, los cargó, les renovó los pedernales, y cerrando cuidadosamente el arca y las dos puertas que antes había abierto, salió á la habitación donde estaban su mujer y su hija, se vistió un traje de camino, se ciñó una espada, se colgó de la cintura los pedreñales, y después de despedirse de su mujer y de su hija, salió de la habitación, luego del alcázar, y llegó á las caballerizas, donde montó en un mulo, y salió de Madrid acompañado de un mozo de espuela de la casa real, que iba montado en otro mulo.

Desde esta fecha hasta la llegada del capitan de fragata Domingo Monteverde, natural de Canarias y al servicio de España, hubo algunos encuentros, prósperos unos y adversos otros, entre las tropas federales mandadas por los coroneles Francisco Gonzalez y Moreno, Manuel Villapol y Francisco Solá y las españolas; estos combates tuvieron lugar en Santa Cruz de la Soledad, en las aguas entre el caño de Macareo y el de Pedernales, en Barrancas, en Lorondo y en Angostura, donde, despues de un grave descalabro en que Villapol tuvo que fortificarse en Maturin para salvar su gente, Moreno y Solá desaparecieron, dejando sus soldados en el mas criminal abandono y á merced del enemigo.