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Al combate! «A quien cobarde el corazon no late «Al toque de reunion! «A sus puestos, guerreros Argentinos! «Venid cantando vuestros patrios himnos «Al trueno del cañonAsí dijo Castelli, y mil valientes Al toque del clarin, vuelan ardientes La patria á libertar: No es Castelli caudillo de alta hazaña: Hombre del pueblo, vive en la cabaña De la mansion rural;

Oh, si el destino crudo de no me apartara, Si de los patrios lares ¡ay Dios! no me arrojara, Mi porvenir entero se cifraría en ! Porque al mirar tu rostro tan cándido y divino Veo que mi destino se liga á tu destino; Veo que para amarte tan solo yo nací.

¡La dejé...! Mis patrios lares, ¡Arbol deshojado y seco! ya no repiten el eco de mis pasados cantares. Yo crucé los vastos mares ansiando cambiar de suerte, y mi locura no advierte que, en vez del bien que buscaba, el mar conmigo surcaba el espectro de la muerte. Toda mi hermosa ilusión, amor, entusiasmo, anhelo, allá quedan bajo el cielo de tan florida región.

Corramos al combate, á la venganza Y el que niegue su pecho á la esperanza Hunda en el polvo la cobarde frente. Cuando tremolen patrios pabellones Anunciando del pueblo la victoria, Entone el vate bélicas canciones Y cante los guerreros y la gloria; Mas si la patria yace en agonía Rompa el canto á la fúnebre elegía.

El viaje desde Madrid á Valladolid fué una especie de índice del de la Reina y sus ministros, cuyas pisadas venía siguiendo, á cuatro días de distancia, mi humilde humanidad; lo cual quiere decir que iba hallando á mi paso iluminaciones..... apagadas, arcos de triunfo..... por el suelo, y algún que otro músico desbandado, que tornaba á los patrios lares con su serpentón á la espalda.

Alzando verdes palmas Tejidas con el lirio, La gloria y el martirio Reciba su ovacion; Y alzando patrios himnos Que vuelen por los aires, Levante Buenos Aires Su invicto pabellon. Libertad, sube á tu trono De la gloria en el broquel, Agitando nobles palmas, Coronada de laurel.

No tentándole gran cosa los libracos de su carrera, resolviose a dejarla en el punto en que la tenía cuando los tristes acontecimientos de Peleches le obligaron a trasladarse a su casa solar; pero como se había dejado por allá, en vías de buen arreglo, cierto asunto que nada tenía que ver con la heredada hacienda ni con los afanes universitarios, encomendando el caserón nativo y todas sus pertenencias, muebles e inmuebles, al cuidado de una persona de su confianza, y sin pagarse mucho, por entonces, de los libres y salutíferos aires patrios, aunque a reserva de volver a henchirse de ellos tan pronto como lo necesitara, tornose a la ciudad, que era Sevilla.

Después fuimos a Florencia, y a Roma, y a Berlín... y a los quintos infiernos... y hasta que nos cansamos de viajar juntos, y nos separamos. Buena ocasión aquella para tornar a los patrios lares, con un poco de ánimo para ello; pero ocurrió entonces lo de la austriaca... ¿Cuál de la austriaca?

El olfato se adiestra para atinar con los perfumes distinguidos y para no confundirlos con los que sahúman o aromatizan a la gente ordinaria; el tacto adquiere perspicacia asombrosa para reconocer y disfrutar lo suave, aterciopelado, tibio y madoroso; y el paladar, por último, deja de estar embotado por los groseros guisotes patrios, se limpia y se despeja y llega a penetrarse de cuantos deliciosos sabores dan a sus guisos los más inspirados cocineros del mundo.

El padre se hartó de enviar dinero, sitió por hambre a su hijo, y éste tuvo que volver a los patrios lares harto desconsolado y mohíno, pero convertido en el caballerete más elegante que había pisado el suelo del Brasil desde los tiempos de Pedro Cabral y de Diego Correa, apellidado Carumurú y fundador de Bahía.