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Una de estas expediciones salió del Rio Negro en el verano de 1794, á las órdenes del capitan de fragata D. Juan Gutierrez de la Concha, que, despues de haber acompañado al ilustre y desgraciado Malespina, se detuvo en Montevideo para hacer un mas prolijo reconocimiento de los puertos de la costa patagónica: la otra fué encomendada á D. José de la Peña, el piloto el mas experto en la hidrografia de aquel litoral.

Esta poblacion, ó presidio en un sitio del Volcan, me parece importante, porque con ella iremos poco á poco facilitando y asegurando un camino de tierra para los establecimientos de la costa Patagónica que juzgo indispensablemente preciso, ya para la comunicacion con ellos, ya para en caso de ser necesario por algun incidente enviar de aquí socorro de tropas, tener estos puestos de reserva para víveres, pertrechos y transportes por un camino carretero hasta el Rio Negro, y mas adelante.

Se comparaba con un viajero de la altiplanicie patagónica que no llevase mas que un cartucho en su revólver y se viera atacado por un grupo de vagabundos de los que merodean cerca de la Cordillera. De hacer fuego, sólo podía derribar á un enemigo, arrojándose los otros sobre él al verle indefenso. Era preferible prolongar la situación amenazándolos á todos, pero sin disparar.

En consecuencia de las averiguaciones y exámenes que se han producido hasta el presente en la costa Patagónica, consta no haberse descubierto puerto mas á propósito que el de San José, en que puedan entrar toda calidad de embarcaciones, aunque sean de alto bordo, sin embarazos ni bajios, ni falta de fondo que pongan en peligro su navegacion: y sin embargo de haber en sobre dicha costa otros puertos, estos solamente pueden dar entrada á las embarcaciones, con la circunstancia de deber esperar la subida de las mareas y vientos favorables para introducirse en ellos, siendo obligados á fondear sobre la costa con el peligro de un viento de travesia que las estrelle en ella, lo que no sucede en el de San José, pues en la bahía que antecede á este puerto, que tiene 20 leguas de abra, y mas de profundidad, con un fondo admirable, no hay que temer su entrada.

Dios guarde á Vd. muchos años. A bordo del bergantin Nuestra Señora del Carmen y Animas, Rio Negro, y Abril 24 de 1782. B.L.M. de Vd. su mas atento servidor, Señor D. Francisco Viedma. Informe del Virey Vertiz, para que se abandonen los establecimientos de la Costa Patagónica.

El Rey de Inglaterra, Carlos II, expresamente ordenó al Caballero Juan Narborough, pasase á reconocer el Estrecho de Magallanes y la costa Patagónica entre dicho estrecho y las poblaciones españolas, con órden de abrir, si le fuese posible, alguna correspondencia con los indios de Chile, estableciendo con ellos cualquiera especie de comercio.

Fitz-Roy y King , recien anunciada en Inglaterra, sobre la Costa Patagónica y el Estrecho de Magallanes, por ser el producto de muchos años de diligentes é ilustradas investigaciones. Sentimos no haber podido tomar conocimiento de los planos que sus autores enviaron á Buenos Aires, y que nos hubieran ayudado á completar estas noticias.

Relacion individual que dan los dos Pilotos comisionados al reconocimiento de la campaña, de los parages que contemplan mas al propósito para fortificar y poblar. Extracto resumido de lo que ha ocurrido en la expedicion del descubrimiento de la Bahía sin Fondo, en la Costa Patagónica.

Conservaba su esbeltez gimnástica de efebo, pero la maternidad había amplificado majestuosamente sus formas. Ya no llevaba su cabellera cortada como una melena de pajecillo, ni se permitía en público los saltos y las travesuras infantiles de aquella amazona patagónica admirada por los inmigrantes. Debía mostrar la seriedad de una mamá.

De este modo se facilitaria mucho la poblacion que se desea, y tanto conviene al estado, en la Costa Patagónica.